Por eso, la ingeniera agrónoma María Alejandra Simonella, del sector Entomología en el Grupo Protección Vegetal del INTA Sáenz Peña, emitió una firme recomendación a los productores algodoneros: destrucción de rastrojos de manera urgente. Las herramientas son combinables: control cultural, mecánico, etológico y químico.
En esta entrevista, a la cual tuvo acceso NORTE Rural a partir de un audio publicado por el INTA, explica la urgencia de actuar en este período y las consecuencias posibles para cada productor en la región.
La ingeniera agrónoma María Alejandra Simonella, del sector Entomología en el Grupo Protección Vegetal del INTA Sáenz Peña, emitió una firme recomendación: destrucción de rastrojos de manera urgente.
¿Cuál es la situación actual del picudo del algodonero?
“En esta época hacemos una firme recomendación a todo el sector productivo algodonero para que destruyan inmediatamente los rastrojos una vez finalizada la cosecha de algodón. Es por todos conocidos, que en la campaña 2013-14, las condiciones climáticas jugaron una mala pasada a punto tal que la cosecha del textil se extendió más allá de lo previsto. Esto trae aparejado un problema con el picudo del algodonero, ya que dificulta su control. Normalmente está establecido que debe haber un vacío sanitario de por lo menos 90 días, lo que significa que no haya restos de algodón en el campo hasta la próxima siembra”.
¿Qué otras recomendaciones brinda el INTA a los productores?
“Otra de las recomendaciones que se hace es la de rotación de cultivos. Lo ideal sería rotar y no volver a hacer algodón en el sitio que ya se hizo. Pero, por una cuestión cultural es como una realidad obligada volver a hacer algodón para muchos productores. Entonces, considerando este aspecto, es fundamental -aunque parezca tarde la fecha tope del 15 de junio fue prorrogada para el 10 de julio- destruir los rastrojos. Sin embargo, seguimos viendo algodón en los campos aún por cosechar y además de lo que se cosechó el rastrojo está en pie”.
¿Cuál sería la premisa fundamental?
“Si pretendemos sembrar algodón en la próxima campaña, la premisa fundamental es hacer la destrucción del rastrojo. Cuando hablamos de esto no es solamente pasar una desmalezadora o una destrucción mecánica, hablamos también de una destrucción química. Si se puede hacer es mucho mejor hacer un desmalezado primero y aplicar un químico después que seque la planta. La idea que nos tiene que quedar bien presente es que la planta tiene que morir, sin la posibilidad de rebrote y de emitir flores que van a ser el alimento de la plaga, lo que le va a permitir reproducirse y convertirse en un verdadero problema para la próxima campaña”.
¿Qué papel juegan las trampas?
“Si tenemos trampas con feromonas distribuidas en los lotes, vamos a observar una importante captura de picudo. A la par de hablar de una destrucción de rastrojos inmediatamente después de la cosecha, la otra recomendación es usar las trampas de feromonas que capturan el picudo que está saliendo del lote para que sepamos en qué cantidad se está moviendo y de dónde a dónde se desplaza, para que se detecte la real y efectiva presencia de la plaga. Esto es una tarea que se hace en la época de entrezafra. Todo esto nos permite hacer más efectiva la tarea de control”.
No todos los casos son iguales. Hay lotes que presentan casos particulares.
“Tenemos que saber que hay casos particulares que se presentan en cada lote. Lo importante es que el productor sepa que estas son medidas esenciales y fáciles de llevar a cabo. Esto es lo que llamamos control cultural a la destrucción de los rastrojos y el control ecológico, a través de las trampas. Manejando bien todo esto podemos apuntar a hacer un control químico más eficiente y dirigido para controlar la plaga al punto que nos perjudique lo menos posible. Hay que tratar que nos signifique la menor molestia posible, a nosotros y a los que nos rodean”.
¿Qué influencia puede llegar a tener en la próxima campaña si no se controla como es debido?
“Estamos más tranquilos en las últimas campañas, porque el clima nos favorecía. Esta campaña fue muy particular, ya que casi no hubo heladas y la humedad estuvo siempre presente. Todo viene acompañando como para que el ciclo de la plaga no se haya cortado en esta época de entrezafra.
Entonces, el riesgo es más alto. Si no se hacen las prácticas mínimas de manejo y control vamos a tener una población de picudos mucho más alta, lo que llegado el momento de floración de la planta nos va a exigir un mayor número de aplicaciones, y esto conlleva un mayor gasto económico para el productor más el daño ecológico.
El monitoreo con trampas de picudo, antes de la siembra y sobre el final del ciclo del cultivo, más el monitoreo en el lote sobre las plantas cada 5 o 7 días, es fundamental si queremos hacer un buen manejo y control de la súper plaga”.