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La Encrucijada Agrícola

La nutrición vegetal es una herramienta que cruza a distintos “activos” de la empresa agropecuaria, que podrían resumirse en tres grandes grupos: económico, ambiental y social, los pilares que sostienen a la sustentabilidad. Apuntalarla es uno de los desafíos centrales de la agricultura argentina. Por eso, Clarín Rural habló en Bahía Blanca a distintos referentes de la fertilización en el país, quienes analizaron las tareas que tiene por delante la cadena agrícola para producir más y mejor.

Pablo Pussetto, en su rol de presidente de Fertilizar, la asociación que agrupa a las principales empresas de fertilizantes, consideró que uno de los desafíos centrales de la nutrición vegetal está relacionado con la rotación de los cultivos.

El hecho de que más del 50% de la superficie sembrada en el país sea de soja lleva a pensar otra cuestión. Pussetto precisa que solo el 60%-65% de los productores de soja aplican algo de fertilizante en el cultivo. “Esto es tremendo, porque significa que hay gente que aun desconoce las ventajas de la fertilización y otra que por una cuestión de negocio inmediato decide aplicar poco”, advierte Pusseto.

El ejecutivo plantea, en esa línea, que es clave seguir generando conciencia sobre la importancia del uso de los fertilizantes, pero no sólo por su impacto en la sustentabilidad, sino también en la rentabilidad de largo plazo.

Si se habla sólo en términos económicos, Pussetto indica que distintas experiencias demuestran que hay un retorno muy alto por cada peso invertido en fertilizantes, que puede llegar hasta el 120%. Pero el tema de la sustentabilidad es urgente, ya que de la totalidad de los nutrientes que se exportan con los granos, solo se repone el 35%, según los números de Fertilizar. “Sin reposición no se mantienen las capacidades productivas de los suelos a futuro”, advierte.

Por su parte, Fernando García, director regional del Instituto de Nutrición Vegetal (IPNI, por sus siglas en inglés) coincide en que un desafío central es equilibrar el deficitario balance de nutrientes de los suelos en el cultivo de soja. En cambio, en los cereales (trigo y maíz, sobre todo), indica que hay cuestiones más de sintonía fina. Por ejemplo, mejorar la eficiencia de absorción de nitrógeno por cada kilo de nutriente aplicado.

Además, dice que hay que ser más exacto con el diagnóstico y con la recomendación, vinculada a qué se aplica, cómo, cuándo y dónde.

En referencia al fósforo, otro nutriente fundamental, los números de los expertos indican que solo se repone entre el 50%-60% de lo que los cultivos extraen a nivel nacional. García indica que esta es una cuestión que debería ser un compromiso de todo el país, porque aquí no hay reservas mineras de fósforo, con lo cual, si se sigue extrayendo tanto más de lo que se repone, la dependencia de las importaciones será cada vez más grande y concentrada.

Finalmente, García agrega un dato muy interesante, vinculado a la tenencia de la tierra. Advierte que de estas urgencias y desafíos debe tomar conciencia no solo el arrendatario (el que siembra) sino también el dueño del campo, quien debería considerar fundamental mantener productivo su suelo, aunque en la mayor parte de los casos no prestan atención al tema.

Gabriel Espósito, titular de la cátedra de Cerealicultura de la Universidad Nacional de Río Cuarto y especialista en nutrición, considera que debe avanzarse en la intensificación de la agricultura pero minimizando el impacto sobre el ambiente. “Esto es algo que la sociedad está demandando cada vez con más energía”, advierte a nivel macro. Y en lo más técnico recomienda “profundizar con énfasis el análisis de fuente, momento, dosis y lugar en que se aplican los nutrientes, porque eso explica en buena medida la variabilidad de los rendimientos que se observan dentro de un mismo lote o una misma región”. A partir de profundizar esos análisis -explica Espósito- se podrá abordar el desafío de mejorar la eficiencia de uso de los nutrientes.

Asociado a la importancia de hacer análisis, el especialista de Córdoba destaca que es central tomar decisiones sobre el manejo de la fertilización apoyadas en tecnología de procesos. “Afrontar este desafío se resuelve haciendo mucha más agronomía”, ejemplifica. Por supuesto, agrega, luego hay que profundizar el uso de herramientas como la agricultura de precisión y el manejo sitio específico, que también son tecnologías de procesos.

A su turno, Fernando Salvagiotti, técnico del INTA Oliveros, en Santa Fe, coincidió con sus colegas en que “uno de los mayores desafíos para la fertilización es intensificar la agricultura sin deteriorar el ambiente, cuidando los sistemas frágiles”. Por eso, considera que debe jugar un papel muy importante el conocimiento regional, ya que cada zona tiene sus características de manejo particulares y una capacidad productiva máxima”.

Por otra parte, Salvagiotti advierte que, en la medida en que distintos nutrientes vayan limitando la producción de los cultivos, la toma de las decisiones se irán complejizando. De todas formas, recordó que es clave hacer un análisis de todos los factores y, particularmente, de las limitantes. “No tiene sentido intentar solucionar déficits nutricionales si lo que hay son problemas de almacenamiento de agua”, ejemplificó.

Como se ve, ideas no faltan a la hora de analizar la nutrición de los cultivos y la sustentabilidad. Lo que falta es ponerlas más en práctica.

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