La fertilización foliar es una antigua práctica agronómica realizada para mejorar la producción y la calidad de los cultivos. Si bien la misma no reemplaza a la fertilización al suelo, ya que no es suficiente para proveer los nutrientes en niveles adecuados, en determinadas situaciones puede resultar muy beneficiosa.
En ese marco, queda claro que no es práctico intentar suministrar los nutrientes por medio de las hojas, ya que las raíces son los órganos especializados en absorber las grandes cantidades de nitrógeno, fósforo y potasio que se requieren.
No obstante, en los últimos años la fertilización foliar se popularizó con un notable desarrollo de mercado y un gran despliegue de nuevos productos: algunos que contienen hormonas de crecimiento, azúcares y aminoácidos naturales, microorganismos y otros ingredientes. Entre estos últimos está una nueva categoría denominada genéricamente bioestimulantes, cuyo efecto está en la frontera de lo nutricional y la sanidad general.
Si bien hay una enorme generación de información científica sobre estos nuevos compuestos, existen pocas evidencias de que estos productos sean eficaces a campo. Sin embargo, el mercado crece porque hay adopción. Y si bien sigue habiendo cierto desconocimiento (en particular, sobre la predictibilidad de los resultados), existe una proporción de respuestas positivas que podríamos situar entre el 20 y el 50 por ciento.
La fertilización foliar es un excelente método para corregir deficiencias nutricionales en un plazo corto. Además, es recomendable cuando existen deficiencias de agua temporarias .Los cultivos como la soja o el trigo presentan una fuerte caída de la actividad radicular durante las últimas fases del ciclo, coincidiendo con una gran translocación de nutrientes desde las hojas hacia los granos en crecimiento.
Si se aplican nutrientes por vía foliar en esos momentos, la senescencia foliar se demora y la apetencia de los granos en crecimiento puede aliviarse y aumentar los rendimientos. En este sentido la fertilización foliar es altamente recomendable para aumentar el porcentaje de proteína en los granos de trigo o de cebada, aplicando nitrógeno alrededor de la floración o durante el llenado de granos.
El autor es técnico del INTA Pergamino.