Rubén Massaro, especialista en manejo integrado de plagas del INTA Oliveros –Santa Fe–, aconsejó analizar el lote a sembrar y determinar la presencia del gusano: “El diagnóstico consiste en hacer, con pala, más de diez pozos de unos 25 a 50 centí¬metros en superficie y 30 centí¬metros de profundidad, distribuidos en todo el terreno”.
Ese muestreo puede reemplazarse por la observación de agujeros –corte plano superficial con pala–, aunque “se debe ser experimentado para identificar los que corresponden al gusano blanco”, ya que “pueden ser de grillo topo, grillo subterráneo o de una larva que ya no está”, explicó Massaro.
Los gusanos blancos se presentan agrupados –en manchones–, son más abundantes donde hay gramí¬neas naturales –cebadilla, raigrás y avena fatua– y en sectores linderos con pasturas o caminos empastados.
Para Nicolás Iannone, entomólogo del INTA Pergamino –Buenos Aires–, identificar las larvas del bicho torito es clave. “La diferenciación se hace a simple vista por el tamaño, mayor a cinco centí¬metros, así¬ como por el color borravino de la cabeza”.
El ciclo de vida del insecto es de un año. Las larvas son más voraces en el tercer estadí¬o, desde abril a octubre; luego entran en estado de descanso –prepupa– y no producen más daño.
Ensayos realizados por Iannone indicaron que “poblaciones de cinco larvas de bicho torito por metro cuadrado pueden causar una merma de 10 a 11% de rendimiento en trigo, mientras que poblaciones de 30 larvas por metro cuadrado pueden provocar pérdidas de 70 a 90% en el cultivo de trigo”.
De acuerdo con esa investigación, las larvas pueden dañar semillas recién germinadas y plántulas durante las primeras etapas del cultivo. Los controles se deberían intensificar a partir de fines de agosto y fundamentalmente en septiembre, cuando aumenta la temperatura y se reinician los fuertes daños, que pueden llegar a muerte del tallo principal o de toda la planta.
Control desde la semilla
El tratamiento preventivo de las semillas con insecticidas y fungicidas demostró eficacia y practicidad, incluso para enfermedades como carbón hediondo y carbón volador. “Sin dudas, es una alternativa eficiente para el control del bicho torito en siembra directa, siempre que se utilicen productos y dosis adecuados”, dijo Massaro.
Asimismo, Iannone recomendó: “No ahorrar bajando las dosis, ya que ese supuesto ahorro equivale a perder todo. La clave está en evitar tratamientos innecesarios”. Una semilla protegida será resistente a otras plagas muy difí¬ciles de detectar oportunamente, como mosca de la semilla y gusano alambre.
Por otro lado, el técnico de Olivero indicó que el uso de insecticidas en superficie por aspersión en cobertura total –pulverización antes de la siembra o en post-emergencia del cultivo– presentó resultados erráticos: “Nunca superaron el 50% de mortalidad en muestreos posteriores al tratamiento y luego del registro de lluvias, situación que provocó la salida de las larvas a la superficie y el contacto con el insecticida”.