La problemática de malezas duras es un tema que está generando muchas discusiones. Por eso, escuchar todas las voces sirve para seguir pensando una cuestión central de la agricultura actual. En esa línea, esta semana Clarín Rural dialogó en Buenos Aires con Dale Shaner, un reconocido especialista de EE.UU. en el manejo de malezas y en problemas de resistencia a herbicidas.

Shaner es Ph.D en fisiología de la Universidad de Illinois y tiene una larga trayectoria en el ámbito privado y también como investigador del departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA). Actualmente es consultor de distintas compañías y del gobierno norteamericano. Llegó a la Argentina para dar una seria de conferencias para la empresa Magan.

El experto indicó que en los últimos años viene siendo muy consultado por los problemas con las especies que muestran resistencia al glifosato, aunque él analiza también todo tipo de resistencias a herbicidas. Por eso, su experiencia y conocimiento que puede aportar elementos interesantes para comprender qué pueda pasar con esto en la Argentina.

El especialista indicó que el momento de aparición de las primeras resistencias al glifosato en EE.UU. coinciden, aproximadamente, con los primeros casos conocidos en Argentina. Recordó que, básicamente entre 1996 y el 2008, el control herbicida con glifosato fue muy eficaz. Sin embargo, agregó que en ese año comenzaron a registrarse las primeras fallas en el control de especies como Conyza canadiensis, Amaranthus palmeri y tuberculatum y otras de esta úlitma familia.

Estas tres especies -dijo Shaner- “actualmente son grandes problemas en algunos cultivos”. E incluso dijo que “llevaron a que muchos productores dejaran de sembrar los campos”.

Hasta este momento, en EE.UU. hay quince especies con resistencia declarada al glifosato.

Ante semejante situación, el experto señaló que en su país viene dándose un debate y replanteo de las estrategias de manejo de malezas, que llevó a que varias empresas norteamericanas fabricantes de agroquímicos aprendieran una lección. Según él, entendieron que una única tecnología para el control de una especie resistente “no durará por siempre y es una solución de corto plazo” .

Por eso, agregó que ahora las mismas empresas están dando soporte “a todo un sistema de manejo diversificado que incluye emplear herbicidas con múltiples modos de acción, rotaciones de cultivos, labranzas, etc. Con todo esto se está apuntando a ‘tolerancia cero’ de malezas en el campo y también a evitar que la semilla llegue al lote”.

Sin embargo, Shaner reconoció que este abordaje del problema tiene como principal cuello de botella la aceptación que efectivamente tenga entre los “farmers”. En este sentido, reconoció que son reticentes a un manejo más complejo, en tanto y cuanto no ven un problema realmente severo en sus lotes. De todos modos, afirmó que, en su país, el cambio hacia un sistema de producción más complejo será inevitable, ya que varias especies están desarrollando resistencia a múltiples modos de acción.

Respecto a la situación en la Argentina, consideró que el problema de resistencia está muy lejos todavía de lo que sucede en EE.UU.. Sin embargo, advirtió que tiene el potencial de evolucionar hacia una magnitud mayor si se sigue el camino equivocado de muchos productores norteamericanos. Por eso, recomendó a los argentinos seguir bien de cerca las prácticas que llevan a cabo para el control de malezas, tener un registro de los herbicidas usados y conocer qué poblaciones de malezas hay en el campo.

Además, destacó la importancia de la “acción precoz” para un control efectivo y dijo que uno de los aspectos negativos que tiene la siembra directa, que domina en la Argentina, es la imposibilidad de una labranza mínima para hacer un control mecánico de las malezas, método que está dando buenos resultados en EE.UU..

Está claro que el de las malezas duras es un problema global. Por eso, aprendiendo de los que tienen más experiencia, y sumando buenas prácticas, hay más chances de triunfar en este gran desafío.