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Una “cura” para la tucura

No hay dos sin tres, dice un dicho popular, y en esta campaña, muchas regiones agrícolas padecieron la segunda sequía en tres años. Esta contigencia climática favorece el avance de ciertas plagas, como la tucura.
En una reciente jornada ganadera, organizada por los grupos CREA del sudoeste bonaerense, representantes de la comisión de lucha contra las plagas del partido de Olavarría contaron cómo combatieron este insecto en la región. La experiencia sirve para muchas otras, también afectadas.
Hugo Santonja, representante del INTA; Hilario Arroyo, técnico de la actividad privada y representante de la Asociación de Ingenieros Agrónomos de Olavarría, y Eduardo Demoas, productor agropecuario y miembro de la Sociedad Rural local, describieron el plan de acción que concretaron para diagnosticar y controlar la población de tucuras.
Los resultados muestran que los tratamientos realizados tuvieron una efectividad del 75% de control, pese a los inconvenientes propios de la gran superficie tratada y del acotado tiempo para la realización de la tarea.
Santonja dijo que los objetivos originales que se propusieron fueron alcanzados en su totalidad y subrayó que la conformación y capacitación del equipo técnico, que se formó como parte de la planificación del proyecto, fue un pilar imprescindible para alcanzar el éxito en la tarea.
De esta forma, el diseño técnico marca que la forma de encarar la acción de control fue acertada y reafirman la necesidad de establecer anualmente tareas de seguimiento y monitoreo poblacional de las tucuras para prevenir futuras explosiones poblacionales.
Según comentó el técnico, todo comenzó en la campaña 2008/09, en la primera seca severa. Con este punto de partida, la comisión de lucha contra las plagas decidió asumir un rol en el desarrollo de planes de acción tendientes a la prevención y control de la tucura y ésto organizado con todos los partidos vecinos a Olavarría.
Para tal fin, los técnicos elaboraron un esquema de trabajo que fue presentado a las instituciones locales para obtener el apoyo necesario para su puesta en marcha.
Este plan tuvo como objetivos la instalación de este problema en el ámbito local, el reconocimiento y la determinación de las áreas de desoves y el monitoreo de la evolución poblacional.
Con el fin de cumplir estos puntos, se conformó un equipo técnico local que recolectó desoves de tucuras en el partido de Olavarría e instaló la estación de alarma de nacimientos.
El técnico de INTA contó que al iniciarse los nacimientos se concretó el monitoreo y el seguimiento de la plaga para establecer las áreas críticas. Así, el grupo técnico recolectó desoves de 36 puntos georreferenciados distribuidos en todo el partido, priorizando aquellas zonas que tenían antecedentes de alta densidad del insecto.
Los oviposiciones se localizaron mayormente en las áreas bajas de los potreros con vegetación de “pelo de chancho”.
Para precisar el momento de los nacimientos, se instaló una estación de alarma en el predio de sanidad vegetal de Olavarría, que consistía en jaulas de cría con los huevos obtenidos en el campo.
Una vez detectados los primeros nacimientos en la estación de alarma y en el campo, el equipo técnico diagramó el cronograma de monitoreos, teniendo en cuenta los diferentes momentos de eclosión de los huevos.
Los primeros fueron realizados en Espigas, al noroeste de Olavarría. Esta zona se diferenció por producir las eclosiones más anticipadas, una semana antes que en otros casos. Allí se determinó que la densidad de mosquitas (primer estadio de desarrollo ninfal de la tucura) era muy elevada.
Sin embargo Santonja agregó que la distribución de la plaga cambió su patrón de comportamiento a causa de las lluvias de noviembre, que redujeron notablemente la densidad, pero hubo otras en las que ocurrió lo contrario.
Luego de los muestreos fueron dos las especies que predominaron: Dichroplus maculipennis y Dichroplus pratensis, pero en la medida que avanzaron los monitoreos, en estadios de saltona y adulto, la primera de las especies fue mayoritaria.
Luego de todas las mediciones, llegó el momento de actuar. Por ello, se determinó la zona de aplicación de insecticida en función de la presencia de especies dañinas y de su densidad poblacional. A partir de este último parámetro se determinó un área crítica de presencia de la plaga.
Para lograr el máximo control, cuya efectividad superara el 75%, se esperó que el 80% de la población alcanzara el estado de ninfa cinco (conocido vulgarmente como saltona).
Cabe recordar que los nacimientos de esta especie son escalonados, por lo cual es necesario esperar la emergencia de la mayor parte de las camadas.
De acuerdo a los recursos económicos disponibles, se podían cubrir 96.800 hectáreas. En el 95% de la superficie se aplicaría una mezcla de insecticidas y en las restantes se utilizó Fipronil (Ver Mezclas que...).
Por otra parte, se estimó que al tratar un 30% de la superficie afectada desde inicios de noviembre, se lograría disminuir sustancialmente la población de la plaga.
Según explicó Santonja, el municipio financió el costo de los tratamientos y luego lo cobró en cuotas a los productores del partido, mientras que el resto se completó con el subsidio aportado por la provincia de Buenos Aires.
El inicio de las tareas de pulverización se retrasaron veinte días, se dividieron en dos etapas y se modificó finalmente la cantidad de hectáreas tratadas, llegando a las 144.000. La primera parte comenzó el 4 de diciembre y se extendió durante diez días y la otra entre el 11 y el 22 diciembre. Los resultados mostraron altos porcentajes de control de adultos, aunque hubo un escape menor en estado de mosquita y saltona.
Esta experiencia da cuenta que cuando se planifica con objetivos claros, las acciones conjuntas son posibles y exitosas.

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