Desde siempre el hombre comprendió que las malezas causaban cuantiosas pérdidas en los cultivos, por lo que dedicó mucho tiempo, esfuerzo y recursos en combatirlas, como resultado de ello y fundamentalmente en las últimas décadas aparecieron los herbicidas que por ser altamente eficaces crearon el concepto de erradicación de malezas, uno de esos herbicidas y el más importante es el glifosato que comenzó a usarse masivamente con la introducción en el mercado de los cultivos resistentes a este herbicida. La consecuencia más importante de esto fue, que la interferencia de malezas en el cultivo paso de ser una tecnología de procesos que requería de un costo intelectual y de habilidad para manejarlas, a ser una tecnología de insumos que tenía un costo económico y todo se limitaba a que dosis usar. Es decir, pasamos de hablar de manejo a control de malezas.
El tiempo ha demostrado que con la aplicación de manera sucesiva y constante de herbicidas sin tener en cuenta la biología de las malezas o la integración de los mismos en programas de manejo que contemplen, además, otros métodos de control, no sólo no se logró la erradicación de malezas, sino que además trajo aparejado otros problemas más complejos como la generación de malezas tolerantes y resistentes. Se consideran malezas tolerantes a todas aquellas especies que en un estado fenológico dado, no fueron susceptibles al herbicida y se eliminó la competencia de otras malezas, incrementando la densidad de su población. Y consideramos una especie resistente cuando puede sobrevivir y reproducirse luego de la aplicación de un herbicida al que era susceptible originalmente.
Manejo y Control de Rama Negra.PDF