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El aprendizaje de la campaña que termina

En esta campaña que se acerca a su final, al retraso en la fecha de siembra por exceso de lluvias, le siguieron casi dos meses de estrés hídrico y térmico que afectó a los cultivos estivales. Como consecuencia, la soja vio disminuido el índice de área foliar (IAF), que para mediados de febrero se encontraba en alrededor de 1-1,5, con caída de las hojas del tercio inferior y una proyección de pérdida de las del medio, según indicó el ingeniero Daniel Igarzábal, especialista en entomología.

Ante esa circunstancia, dijo que la enseñanza es que hay que “defender las pocas hojas que quedan”, y recomendó no guiarse por los umbrales de acción habituales, ya que no funcionan en ese contexto.

Respecto de las arañuelas, Igarzábal advirtió que aún con la llegada de lluvias, estos insectos persisten, pudiendo ser perjudiciales si los cultivos continúan en estado de estrés.

“Es la planta estresada la que condiciona con la arañuela, y no la lluvia o la humedad relativa”, señaló.

De acuerdo al ingeniero, una sola colonia por metro cuadrado estaría indicando que hay arañuelas en los tercios inferior y medio, y no se debería esperar a tener más que eso para aplicar. “Si se observan tres a cuatro colonias (manchas rojas) en la base de los folíolos, ya es tarde”, indicó.

Las arañuelas aparecen primero en los manchones de baja fertilidad, porque allí las plantas están estresadas; por eso, Igarzábal recomendó monitorear primero en esos sectores para detectar la plaga y en función de los resultados controlar para prevenir ataques en el resto del lote.

En cuanto a chinches, advirtió que los monitoreos no son certeros; por eso se deben tomar otros indicadores para no subestimar la población. Por ejemplo, observar la presencia fuera del paño, la existencia de huevos y las chinches en vuelo, datos que servirían para una mejor estimación.

En síntesis, en campañas como esta, cocodrilo que se duerme...

 

Pocas enfermedades

Las enfermedades no causaron grandes problemas durante esta campaña en la zona núcleo. “Hay lotes que han soportado relativamente bien la sequía de enero y febrero, pero otros están en malas condiciones; hoy tenemos problemas fisiogénicos y no parasitarios que generan clorosis, necrosis y muerte de plantas”, indicó el fitopatólogo Marcelo Carmona. Además, mencionó casos de fitotoxicidad cuyos síntomas se confunden con los de enfermedades. “Estos se deben al aceite o a las malas aplicaciones hechas con calor extremo que queman la soja”, aclaró. Por otra parte informó que en Santiago del Estero se registraron importantes daños por hongos de suelo. “Estos patógenos causan grandes pérdidas en todos los cultivos y son el principal desafío de la agricultura en el presente y en el futuro, tanto en Argentina como en los países vecinos”, dijo Carmona. En cambio, en el sudeste de Buenos Aires, donde hubo abundantes lluvias, sorprendió la aparición de mancha ojo de rana. “Las horas de mojado y la temperatura, favorecieron el desarrollo de MOR, que tal vez haya venido con la semilla”, dijo.


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