La “oruga militar tardía” conocida también como “oruga cogollera” es una de las plagas insectiles más importantes del cultivo de maíz.
Por esta razón, los profesionales monitoreadores y productores agrícolas detectan con facilidad su presencia, reconocen los daños y están familiarizados con las posibles alternativas de manejo tendientes a evitar que la plaga alcance niveles indeseables. "Sin embargo, en cultivos de soja su ocurrencia es más bien esporádica y está asociada a temperaturas elevadas, como las que se presentaron los días 23 y 24 de diciembre", informó, Adriana Saluso, entomología del Inta Paraná.
La característica más sobresaliente, que permite realizar una rápida identificación de la oruga cogollera en el campo, es la presencia de una “y” invertida, de coloración clara, en la parte frontal de la cabeza, que se acentúa en las últimas etapas de su desarrollo.
"La oruga transita por seis estadios larvales, con una duración media de 23 días, alcanzando una longitud máxima de 4 cm, momento en que su fitofagia se incrementa, pudiendo consumir hasta 125 cm² de lámina foliar".
No tiene, sostuvo la entomóloga del Inta Paraná, un patrón definido para consumir las hojas de soja, pero generalmente comienza desde afuera hacia adentro y en ocasiones respeta las nervaduras.
"Su principal recurso alimenticio lo constituyen las gramíneas cultivadas y las malezas".
Cuando estas últimas son controladas mediante herbicidas, las orugas cogolleras se pasan a la oleaginosa y se alimentan de sus cotiledones y hojas. En ataques severos pueden cortar el tallo por debajo de los cotiledones, pero más arriba de lo que lo hacen otras orugas cortadoras, reduciendo consecuentemente el stand de plantas.
Cuando esto ocurre, las orugas avanzan formando amplios frentes, simulando la milicia, de ahí su nombre vulgar de “oruga militar”. En monitoreos realizados en lotes de producción de la EEA Paraná del Inta se registró una densidad promedio de 3 orugas cada 25 cm y en determinados manchones se observó un individuo por planta de soja.
Si las temperaturas durante el día son muy elevadas, las “cogolleras” se protegen bajo el rastrojo, lo que dificulta encontrarlas.
Esta podría ser una de las causas por las cuales los monitoreadores no detectaron su presencia en las primeras recorridas realizadas en los lotes de soja.
Cuando los daños aumentan de una semana a la otra y no se encuentra el organismo causal debe indefectiblemente sospecharse que se trata de esta especie insectil.
Las consultas realizadas al Laboratorio de Entomología, con respecto a esta plaga, provinieron principalmente de lotes de soja en estados de desarrollo temprano, sembrados sobre rastrojo de trigo, ubicados en el Departamento Paraná.
Algunas consideraciones para manejar esta plaga. Adriana Saluso, entomología del Inta Paraná, da una serie de recomendaciones para controlar a la plaga.
"En primer lugar, hay que incrementar la frecuencia de visitas a los lotes de soja, observar plantas, registrar daños y presencia de larvas, removiendo el rastrojo de trigo", indicó.
Como se trata de una especie que prefiere alimentarse en ausencia de luz, recalcó, si fuera posible se sugiere realizar las observaciones en horas del atardecer.
Luego, si se observan daños importantes y generalizados en el lote recomiendan controlar con un insecticida de probada selectividad sobre la fauna benéfica, especialmente sobre tijeretas (predadores) y avispas parasitoides que constituyen los principales biocontroladores de la “oruga militar tardía”.
Por último, evitar el uso de piretroides ya que plantearía un escenario similar al que ocurre con la práctica del “chorro de piretroide” en las aplicaciones de posemergencia temprana de herbicidas.
"Recordar que se necesita al menos un mes para que se recupere la población de predadores en aquellos cultivos tratados con este grupo de insecticida", finalizó.