La campaña maicera ya está en marcha y, exceptuando las zonas inundadas de la provincia de Buenos Aires, las perspectivas para el cultivo son alentadoras. Claro que tanta agua trae consecuencias, y en este año la atención está puesta en las enfermedades.
Según sostiene la Ing. Agr. Margarita Sillon, fitopatóloga y docente de la Universidad del Litoral, las enfermedades del maíz se pueden clasificar rápidamente en dos grandes grupos: por un lado están las que requieren un manejo temprano y decisiones rápidas, como es el caso de la roya común o de la roya polisora. Por otro lado están los tizones, mancha gris, antracnosis y todas las enfermedades de fin de ciclo que aparecen más tarde, pero que tampoco se deben dejar de controlar porque generan cuantiosas mermas.
“En las dos últimas campañas, en Santa Fe y en el NEA, el principal problema fue la roya común del maíz (Puccinia sorghi) sobre todo en los materiales de primera. Es una enfermedad bastante característica de los maíces. Además se vieron problemas con tizón por Helminthosporium maydis y enfermedades de fin de ciclo como la antracnosis, sobre todo en maíz de segunda. Hacia el norte de la zona maicera, centro de Santa Fe y Chaco se agregaron las podredumbres de raíz y tallo, que son producto de varios patógenos”.
Al respecto, la Ing. Agr. MSc. Cristina Palacio, de Servicios de Investigación y Estudios Fitopatológicos, sostuvo que en los últimos tres años, para la zona de sudeste de Córdoba y norte de la provincia de Buenos Aires, el panorama es similar, prevaleciendo la roya común de la hoja ocasionada por Puccinia sorghi seguida por el tizón del norte causado por Exerohilum turcicum. Con respecto a las royas, recordó: “Muchos productores, priorizando el rendimiento, eligen híbridos que son muy susceptibles a estas enfermedades. Por eso la recomendación es un monitoreo temprano. En la zona de Pergamino hemos tenido roya en plantas con 4 hojas en híbridos muy sensibles. En esos casos, lo que se recomienda es conocer el perfil sanitario de los híbridos, ir al lote donde está el material más sensible y monitorear primero en ese lugar, en v3 y V4”.
“Lo que estamos sugiriendo es cuidar la planta en estados vegetativos y considerar aplicaciones desde V8. Como la planta pasa de V4 a V8 en 10 días, es clave saber cómo viene el cultivo en esos estadios iniciales. La pústula del V4 es la que enciende la alarma e indica que en V8 habrá una determinada incidencia de la enfermedad. De V8 a V10 son siete días. Esa semana es crucial porque aplicando ahí nos aseguramos tener sanas las tres hojas que rodean a la espiga. Si esas tres hojas están afectadas, inevitablemente se generan pérdidas” explica Palacio.
Para Santa Fe y el NEA, la Ing. Sillon recomienda: “Hay que estar muy atentos a la presencia de roya común, y en el norte del país a la roya polysora (Puccinia polysora). Si aparecen en estadios tempranos el camino es no permitir que se incremente la presencia del hongo. Por eso se recomienda monitorear con plantas muy chicas midiendo la evolución de la cantidad de pústulas, y aplicar fungicida en el momento adecuado. No hay que esperar que el cultivo esté muy enfermo para controlar”.
Además de roya:
Según las especialistas, los maíces de segunda, que tendrán que convivir con un otoño húmedo, pueden tener problemas con la podredumbre de raíz y tallo. Además, la Ing. Sillón instó a prestar especial atención a la Cercospora zeamaydis o mancha gris, también conocida como mancha lineal. Es una EFC, y se encuentra en el mismo grupo que el tizón, afectando a las hojas con necrosis.
Completando el panorama, la Ing. Cristina Palacio mencionó que año a año se incrementa la presencia del carbón de la espiga. Esta patología se vio favorecida el año pasado por las altas temperaturas y los largos períodos de sequía. Si bien este no sería el año apropiado para esta enfermedad por el pronóstico de año Niño, también es cierto que habrá que prestarle atención por la mayor presencia del hongo en los campos durante las últimas dos campañas.