Cargando...

Tarjeta roja a la rama negra

El manejo de malezas es una preocupación creciente entre los productores. Está claro. Por eso, durante el XX Congreso de Aapresid, se abordó particularmente el tema de la rama negra, en el taller “Con rama negra, mejor prevenir que curar”, que fue coordinado por el técnico en malezas del INTA Oliveros Juan Carlos Papa.

La rama negra está dentro del grupo de malezas de difícil control, problemáticas, duras o tolerantes, como lo definió el técnico de INTA, instancia a la que se llegó -agregó- por lo que llamó el “círculo vicioso del manejo de malezas”.

Esto -explicó- está asociado con la sobreestimación de los efectos de los herbicidas como el glifosato, falta de uso de otros herbicidas, el monocultivo de soja, falta de cultura en el manejo de malezas, tratamientos inoportunos, falta de planificación, errores de aplicación y escaso monitoreo de los lotes.

También agregó otros aspectos asociados a la adaptación de la planta y al sistema de producción que profundizaron este problema: que es una maleza muy adaptada a sistemas de siembra directa y a condiciones de estrés, tiene gran producción de semillas, muestra diversidad de respuestas según el ambiente en el que crece, el tamaño o el tratamiento químico o físico que se le dio y, por otro lado, la menor participación de gramíneas invernales en la rotación, que favoreció su diseminación e instalación en el lote.

Antes de referirse a la bioecología de la maleza para abordar cómo manejarla, especificó que en Argentina hay dos biotipos de esta especie: uno de ellos es Conyza bonaeriensis, el más problemático para su manejo, y el otro es Conyza sumatrensis, el menos problemático.

“La rama negra tiene dos flujos de emergencia. Uno siempre a finales de verano y luego entra al invierno en latencia (en estado de roseta) y el otro flujo de emergencia en primavera”, detalló.

Así, acotó que “la rama negra es una maleza que se controla con inteligencia” y detalló cómo hacerlo. Explicó que el control es más sencillo cuando se hace a inicios del alargamiento del tallo, en la primavera temprana. Cabe considerar -subrayó- que la dosis de producto también depende del invierno transcurrido. Sostuvo que la experiencia indica que “cuando el invierno fue benigno se necesitó menos dosis para el control (unos 500 centímetros cúbicos de glifosato): en cambio, cuando el invierno fue más frío, la dosis de control fue de 3 litros”.

Asociado al control, consideró que la mejor opción como tratamiento de base es la mezcla de glifosato más herbicidas hormonales, “siempre en estado de roseta”, enfatizó. Asimismo, ya que tiene flujos continuados de emergencia, ante un rebrote se puede aplicar productos que tengan residualidad. Entonces, recomendó en este caso glifosato más sulfonilureas. También sugirió no hacer uso abusivo de las sulfolinureas sin rotación de cultivos, ya que se desarrolla resistencia a estos principios activos rápidamente.

Por otra parte, también se puede controlar tardíamente, aunque no es lo más aconsejable, ya que la maleza consumió recursos y semilló, alimentando el banco de semillas en el suelo, subrayó Papa. En este caso, sugirió el tratamiento “doble golpe”, que consiste en glifosato más 2,4D y a los diez días reaplicar con un herbicida de contacto, que provoca que la maleza no prospere y no rebrote.

A no descuidarse, porque la rama negra no sabe de tiempos y si gana el lote no vuelve atrás.

Compartir: