En la segunda parte del módulo sobre Nutrición y fertilización en Maíz y Soja en Mundo Soja Maíz 2012, Luis Máximo Bertoia, de la Cátedra de Cerealicultura de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), se refirió a un tema, según él, poco conocido: la Fertilización nitrogenada en maíces para silo.
Para contextualizar, Bertoia indicó que “estamos en 1.1 millones de hectáreas destinadas al picado para forraje conservado, representando el maíz el 70% de esta superficie, ya que es el cultivo que tiene más aptitud biológica para convertirse en carne o leche”. El resto del área se compone de un 10% de sorgo forrajero, otro 10% de sorgo granífero y un 10% de otras fuentes de reservas forrajeras, como cebada, trigo, pasturas, soja, alfalfa, etc.
Otros guarismos que permiten dimensionar la creciente importancia de este segmento, es que actualmente, el 85% de los tambos argentinos usan silaje de maíz en la suplementación. Esto implica que un 32% de la leche proviene del silaje (1,2 litros de leche/kg. MS) En tanto que el 10% de la carne se produce con silaje (0,125/kg MS).
Bertoia comentó que en Argentina, la demanda del silaje se concentra en un 87% entre Buenos Aires y Córdoba. De esta cifra, un 46% es destinado para tambo y un 54% para producción de carne.
“Al híbrido de silaje hay que medirlo en carne o leche, es un componente que aún no se considera lo suficiente dentro de la alimentación”, sostuvo el investigador. Y aclaró que “nuestro gran objetivo fue evaluar la respuesta al aporte de nitrógeno en la calidad de la caña y la hoja, en la parte reproductiva o espiga, y la planta entera, empleando diferentes dosis en diferentes híbridos y en diversas localidades”.
Algunos de los resultados del ensayo de rendimiento en materia seca evidenciaron cero respuesta directa en caña y hoja, pero sí un 22% de aumento en la espiga, lo que redundó positivamente en el rendimiento de la planta entera. Algo similar se dio al medir la digestibilidad. Si bien no hubo mejora de la digestibilidad de la materia seca de caña y hoja, ni en la espiga, se dio una respuesta favorable en la calidad de la planta completa.
“Si pico la planta entera me llevo el doble de nitrógeno, el doble de fósforo y 9 veces más de potasio”, indicó Bertoia. Pero reconoció que el mercado de maíz para silo es un mercado chico, aunque está evolucionando positivamente por lo que comienza a tener un peso propio que amerita el estudio”.
Mejores suelos
Seguidamente, Hernán Sáinz Rozas, de INTA Balcarce, habló del impacto de la agricultura sobre algunas propiedades edáficas en suelos de la región pampeana. Al respecto indicó que “estamos evaluando el contenido de materia orgánica (MO), la disponibilidad de algunos macro y micro nutrientes, y acidez en suelo agrícolas versus suelos inalterados”.
El experto reveló que el aumento del uso de nitrógeno, fósforo y azufre trajo aparejado, por ejemplo, un aumento de la acidificación de los suelos, por caso en un rango de entre el 2.3 y el 5.4 en el pH debido a la agricultura, sobre todo al norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe. Además de una reducción en el contenido de MO de al menos el 37%.
De acuerdo a las mediciones, Sáinz Rozas indicó que “necesitaríamos incorporar alrededor de un 30% más de fósforo del que estamos usando (registro 2010) y, en general, minimizar labranzas para mitigar el deterioro del suelo”.
Al cierre de la primera jornada de MundoSojaMaíz 2012, Fernando García, del International Plant Nutrition Institute (IPNI), hizo un repaso de la Contribución de la nutrición a la sustentabilidad de los sistemas de producción.
Para García, hay que tener muy en claro los 4 fundamentos bases de la nutrición: fuente adecuada, dosis apropiada, momento oportuno y localización correcta. A su vez, estas bases deben responder a los objetivos del sistema de producción, respondiendo asimismo a los objetivos de la sociedad (ambiente, economía, comunidad).
Según un estudio de las unidades de INTA Balcarce, Buenos Aires, y Paraná, Entre Ríos, un manejo intensificado puede contribuir con un mejor aprovechamiento de los recursos, reduciendo la emisión de óxido nitroso, uno de los gases con efecto invernadero con 300 veces más poder de calentamiento que el dióxido de carbono.
En este sentido, García insistió en la importancia de hacer análisis de suelo como información para evaluar cómo manejar la fertilización y al mismo tiempo predecir la probabilidad de respuesta a esa fertilización.
“Es muy importante hacer un muestreo representativo para que el análisis de suelo sea efectivo, hacer estudios de laboratorio estandarizados, y utilizar calibraciones regionales actualizadas”, insistió el especialista.
Para ilustrar la importancia de lograr un uso racional de los recursos disponibles, García señaló que “considerando un nivel de fósforo (P Bray) menor a 15 partes por millón (ppm), hay una alta probabilidad de respuesta rentable al aporte de fósforo en soja. Entonces, siendo que el 50% del área (10 millones de hectáreas) se encuentran en este valor, aplicando 75 kg/ha. de fosfato mono amónico (FMA), podríamos esperar una respuesta promedio de 300 kg/ha de soja, lo que en 10 millones de hectáreas significan 750.000 toneladas de FMA, que se traducen en 3 millones de toneladas de soja”.