El fitopatólogo del INTA Rafaela, Germán Schile, discutió los perfiles sanitarios de las variedades de trigo en el marco de un evento a campo organizado por regional Aapresid Rafaela, abordando como temas principales la presencia de la Roya amarilla (Puccinia striiformis f. sp. tritici) y la Roya del tallo (Puccinia graminis f. sp. tritici) bajo sequía como factor desencadenante.
Aún en un año donde las lluvias estuvieron ausentes, el especialista enfatizó en cómo las condiciones climáticas pueden influir en la manifestación de las royas. “Las horas de mojado foliar provocadas por el rocío y la neblina fueron suficientes para dar origen a la presencia de estos patógenos”, remarcó.
La Roya del tallo adquirió gran protagonismo en los últimos años, pero esta campaña se vio con mucha mayor incidencia llegando rápidamente a los umbrales de daño económico (que son bajos). En epidemias generalizadas, la Roya del tallo se puede confundir fácilmente con la Roya anaranjada o común, con la diferencia de que en la primera los síntomas pasan hacia el envés de la hoja (Foto).
Foto: Hoja de trigo con pústulas de Roya del tallo en la cara (izq.) y el envés (der.).
Normalmente la Roya del tallo solía aparecer a finales del ciclo, por lo que no era preocupante el daño foliar que podía causar. No obstante, el invierno cálido de esta campaña generó preocupación en los productores ya que se anticipó su aparición ocasionando daños a nivel de debilitamiento del tallo y posibles quebrados, causando indirectamente disminuciones en rindes.
Ahora bien, la pregunta del millón es ¿llegó para quedarse?. Hasta ahora no se espera que haya una adaptabilidad a zonas más templadas, pero la alerta está instalada. Schile destaca la importancia de la calidad de aplicación para su control, y la necesidad de cambiar hacia aplicaciones más “laterales” que permitan llegar al tallo.
Pero como casi todo en la vida, hay “una de cal y una de arena”, la Mancha amarilla (Pyrenophora tritici-repentis) no estuvo presente debido a la falta de precipitaciones. Ésta es una enfermedad que sí necesita de un golpe de lluvias para ascender verticalmente, cosa que este año no ocurrió.