Desde ese espacio Martín tomó relevancia y se erigió como referente en la materia, hasta que decidió trabajar por su cuenta, como asesor agronómico. En todo ese recorrido, Marzetti acumuló horas y horas dedicadas a las malezas, y ahora lo usa para mejorar la problemática de las malezas en todo el país, pero principalmente en la provincia de Santa Fe.
El primero de los puntos que aborda Marzetti en diálogo con Bichos de Campo, es la descripción de una maleza, básicamente explicando que corno son y porque representan una amenaza para la actividad agrícola: “Como pasa en una maceta o en una huerta, lo mismo que consume un cultivo, es decir, nutrientes del suelo, luz, dióxido de carbono y agua también los consumen otras especies que no son deseadas, y eso se llama una maleza. Entonces yo quiero sembrar tomate, pero al costado me aparecen otras plantas que le chupan el agua, le consumen la luz, y entonces esa competencia entre sí hace que el cultivo, que es el que nosotros queremos desarrollar, produzca menos. Entonces, si el tomate produce menos tomates o el trigo o produce menos grano de trigo, de alguna manera tenemos que tratar de que ese balance se incline lo mayor posible hacia el cultivo y lo menos posible hacia las malezas para no perder producción, que es nuestro objetivo”.
Luego de describir a estas plantitas indeseadas en cualquier producción de origen agrícola, el asesor explica el proceso por el que año a año esta batalla hay que darla, cada vez con más herramientas, mayores labores o nuevas y superadoras tecnologías, como labranzas, aplicaciones de herbicidas, etcétera. Esta batalla representaría un dolor de cabeza para quienes las combaten, pero también demuestran lo interesante de la evolución de las especies.
Afirma el agrónomo: “Las malezas se adaptaron durante miles de años a esta convivencia entre un cultivo y la maleza. Entonces encuentran diferentes formas, o herramientas de perpetuarse en el tiempo. La semilla es lo más común, pero también hay otras que son perennes, que tienen raíces, rizomas, de manera que aunque lo aéreo desaparezca, tiene guardada su arma debajo del suelo. Y eso hace que al año siguiente, cuando otra vez levante temperatura o haya lluvia, brote, y entonces está ahí, esperando, expectante para que se den las condiciones para sobrevivir. Se las fueron ingeniando para arrancar antes que el cultivo o arrancar bajo la sombra del cultivo, o sobrevivir a todas las acciones que nosotros tratamos de hacer como como profesionales, y para balancear eso se van adaptando y encontrando esos recovecos para para seguir dejando descendencia y estar el año que viene otra vez”.
Hasta aquí Marzetti traza el panorama en el que cada año productores y asesores deben lidiar ante una campaña agrícola, ya que las malezas representan el dolor de cabeza más importante agronómicamente hablando. Para eso se deben destinar muchas horas de trabajo, inversiones de dinero enormes, y obliga a pensar estrategias. “La palabra manejo implica una toma de decisiones continua, pensando no en el corto plazo, sino en el mediano y largo plazo. Entonces, lo que yo hago hoy es sobre un lote, tiene que impactar en lo inmediato, pero también para dentro de dos meses, y para el año siguiente”.
Los herbicidas se convirtieron en la principal herramienta para el control –o exterminio- de las malezas, principalmente desde la adopción extendida de la siembra directa y las variedades de cultivos resistentes a herbicidas, como el glifosato. Ese camino lo lleva a Marzetti a explicar la cuestión de los herbicidas en profundidad, para entender cómo se llegó a este 2023.
Asegura el asesor: “Los herbicidas son el número uno por una cuestión de eficacia, costos y practicidad. Uno puede hacer un manejo sin herbicidas, pero es muy difícil, muy artesanal, a pequeña escala. Cuando uno le da a escala al sistema de producción, es muy difícil tener otras herramientas tan eficaces como los herbicidas a un costo razonable”.
Esta partida de ajedrez entre el agricultor y las malezas parece no tener principio ni fin. Lo que si resulta insoslayable para Marzetti, es la presión social para desarrollar los cultivos, los alimentos, y la producción de commodities en general.
Sobre esto el agrónomo sostiene: “La presión social cada vez es más alta. Muchas veces fundada, y muchas veces incrementada por algunas corrientes que exageran un poco esto. Los herbicidas se usan porque son la forma más eficaz a un costo razonable, y obviamente uno como productor y como asesor tiene que encontrar ese balance de decir lo uso lo menos posible. Hay que tratar de encontrar otras herramientas para que no sea la única el herbicida, sino complementarlo con todas. Y cuando lo uso, usarlo bien. Usarlo bien es con las medidas de seguridad, prestando atención al ambiente, y prestando atención al operario y al tipo de herbicida. Y bueno, y con todos esos recaudos el riesgo es mínimo, no digo nulo, digo mínimo porque siempre cualquier acción humana tiene cierto riesgo”.
-Esa es la clave para vos, usarlo bien. Pero, ¿qué es usarlo bien?
– Usarlo bien desde antes de arrancar (la campaña), diciendo voy a hacer otras cosas, no solo herbicidas, cosa de bajar el uso. Y cuando lo uso, usarlo bien, o sea que son las dos cosas, es tratar de disminuir su uso solo cuando es necesario y cuando es necesario, que es frecuentemente necesario, hacerlo de la mejor manera. Esas son dos claves.
– ¿Hacia dónde crees que va la industria de los herbicidas o fitosanitarios con este panorama? ¿Es el rumbo el de los biológicos?
– En otros rubros como insecticidas o fungicidas biológicos, hay un paso un poquito más adelante. Tampoco es que hay demasiado, pero hay algo más. En malezas hasta ahora comercialmente no hay nada. A ver, hay comerciales que se están ensayando, creo que a mediano plazo van a van a venir y van a complementar la paleta actual de químicos. No es que la van a reemplazar, pero bueno, bienvenido sea si es así. Y por otro lado, las empresas de químicos tradicionales están trabajando en nuevos activos, que a diferencia de los que venimos usando, siempre tienen un mejor perfil ambiental. Eso es algo muy importante, porque también las presiones sociales a nivel global hacen que cualquier producto nuevo que se lance, sea ambientalmente amigable que los que se usaban hace 50 años. Entonces son productos nuevos que por el momento son moléculas escasas no es algo que todos los días sale uno nuevo, pero sí más específico, con perfiles toxicológicos. Así que aunque sean químicos, su impacto es mucho menor a los primeros herbicidas que salieron.
– Volviendo a este concepto inicial de la guerra contra las malezas, es una guerra que no tiene ni fin, ni tiene ganador ni perdedor. Va a ser eterna y siempre, permanentemente luchando, digamos, año a año. Cosecha a cosecha, siembra a siembra.
– Exactamente. Lo que tiene que hacer el productor y el asesor es tratar de que eso tenga el menor costo posible, porque detrás de esto hay un negocio, obviamente. Entonces la lucha es esa, es cómo llevarlo a un costo razonable. Yo podría agarrar un lote testigo y decir, yo no quiero tener ninguna maleza, pero el costo de eso es inviable, porque al final gastaría todo mi ingreso en hacer eso y no, no quedaría renta, sería inviable económicamente. ¿Entonces, cómo llevar esto en el tiempo a un costo razonable y sin perder rendimiento? De eso se trata esa carrera, que, como digo, lo único que podemos asegurar es que no va a tener fin.
-¿Cómo hacemos para que las malezas no estén más?
-Bueno, ahí viene el manejo que nosotros le llamamos. La palabra manejo implica una toma de decisiones continua, pensando no en el corto plazo, sino en el mediano y largo plazo. Entonces, lo que yo hago hoy sobre un lote, tiene que impactar en lo inmediato, pero también para dentro de dos meses y para el año siguiente. Y la batalla es eterna con las malezas, no es inmediata. Y entonces cada decisión que yo tomo me puede impactar en lo que pase en una semana o el año que viene. Tienen toda la vida para seguir jugando. No entienden de una campaña, como muchas veces el productor entiende, que es cuando se arranca el cultivo, siempre y cuando se cosecha, se termina el juego. La maleza si este año no pudo, tiene revancha el año que viene, y el siguiente, y entonces mis decisiones tienen que estar pensadas en ese tiempo en decir bueno, voy achicando la población con el tiempo, no en querer terminarla en un año, porque es imposible. Siempre aparece alguna nueva que viene con el viento, con un pájaro, con una máquina. Entonces, cuando más o menos tenemos manejada de los que estaban, aparece otra y entonces arranca un nuevo juego y eso es permanente.
– Exterminar las malezas. ¿De qué forma se realiza? ¿Cómo se hace ese control o manejo?
-Hay múltiples herramientas, y depende justamente de conocer cuál es el punto débil de cada especie. Conocer eso. Por eso es importante conocer cómo se dispersa cuando nace, en qué fecha, en qué profundidad. Todas esas cuestiones hacen que yo elija diferentes armas para hacer la batalla. Hay que conocerlo perfectamente, y entonces, conociendo puedo tratar de elegir justamente. Las mejores opciones siempre son combinaciones. No hay nada que solo logre un control total. Los herbicidas son el número uno, digamos, en herramientas por su eficacia. Pero después también están las labranzas específicas. De acuerdo al tipo de maleza está correr la fecha del cultivo, lograr cultivos que son bien rápidos. Después están los controles manuales para algunas malezas, cultivos de servicio, que son cultivos que no se cosechan, pero si por ejemplo hacen sombra, cubren y evitan que nazcan malezas. ¿O sea, yo voy eligiendo de todo eso, o mejor dicho, todo eso para qué? Para que justamente vaya ganándole. Y siempre mi objetivo es que el cultivo que arranque rápido, que esté vigoroso, para que el cultivo también pelea contra las malezas. Entonces, si yo logro que mi aliado, que es el cultivo, esté en las mejores condiciones, está más preparado para ganarle la pelea a la maleza que lo que no quiero.