El maíz es considerado uno de los cultivos más importantes al ser utilizado como alimento para humanos y animales y también, como materia prima para una amplia variedad de productos industriales. Un buen estado nutricional y sanitario, altos niveles de nitrógeno y la ausencia de patógenos son condiciones clave para su producción y comercialización.
Por esto, un equipo de especialistas delINTA San Luis y de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) realizaron estudios para detectar la presencia de Fusarium sp en las plantas de maíz. Este fitopatógeno, frente a determinadas condiciones ambientales de temperatura y humedad puede producir micotoxinas que disminuyen la calidad del grano,puede causar toxicidad en animales y generar grandes pérdidas económicas.
En este sentido, el INTA a través de esta investigación, busca conocer el estado sanitario de los cultivos en los sitios productores de maíz de San Luis y brindar recomendaciones que ayuden a reducir la presencia de patógenos generadores de micotoxinas.
“De una manera similar a lo que ocurre en las personas, el buen estado nutricional de un cultivo le brinda menor susceptibilidad ante las enfermedades. Con este fin, se evalúan diversas prácticas agronómicas, mejoradoras de la nutrición de las plantas y su estatus sanitario”, indicó María Belén Bravo -investigadora del INTA San Luis-.
Bravo explicó: “Fusarium sp. es un patógeno que enferma a las plantas produciendo podredumbres en espigas y se ha convertido en una amenaza silenciosa para este cultivo de grano”. Y agregó: “Su presencia genera micotoxinas y provoca grandes riesgos al transmitirse a la cadena alimentaria. Además, afecta el acceso a mercados internacionales por el rechazo del grano en la venta. El consumo directo de los cultivos de campo y/o sus derivados puede provocar impactos sobre la salud, la producción animal y la economía”.
Además, la especialista señaló: “El nitrógeno en maíz es considerado un macronutriente, ya que su déficit provoca una menor tasa de crecimiento y expansión foliar reduciendo la captación de la radiación y el rendimiento final. Además, una planta con buenos niveles de este nutriente permite una buena condición sanitaria, con baja presencia de patógenos”.
La investigación llevada a cabo por el INTA y la UNSL evaluó la presencia del hongo en plantas de maíz, con diferentes dosis de nitrógeno. En este punto, Bravo detalló que el estudio se realizó en un ensayo de respuesta del cultivo de maíz ante dosis variables de un fertilizante nitrogenado (urea) aplicado al voleo en estado fenológico V6, con 3 tratamientos (0, 46 y 92 kg N/ha) y 3 repeticiones.
“Para conocer la presencia del patógeno, se realizó un muestreo de 10 espigas al azar por tratamiento, luego se sembraron semillas con y sin síntomas de podredumbre en 10 placas de Petri, cada una con 4 granos, con técnicas de esterilización estandarizadas”, especificó la investigadora.
Los resultados del estudio indicaron que en las semillas sintomáticas se obtuvieron diversos aislamientos fúngicos con baja frecuencia de Fusarium sp. con un 2 % de aparición, mientras que en el caso de las semillas asintomáticas se encontró una mayor presencia del patógeno. “De ello deriva que, el tratamiento con mayor cantidad de fertilizante presentó el menor porcentaje de colonias con un 6.6 %, la dosis media 26.6 % y la mayor presencia del hongo se observó en el tratamiento sin fertilizar con un 66.6 %”, puntualizó Bravo.
Además, Bravo agregó: “Los resultados obtenidos indican que aún en semillas asintomáticas existe un alto nivel de infección con Fusarium sp., lo que implica un riesgo considerable de contaminación con micotoxinas, tanto en el grano como en productos derivados. Por otra parte, la presencia del patógeno es mayor en plantas de maíz sin fertilización nitrogenada y el aumento de dosis de N en el cultivo favorece la sanidad de las plantas”.
Desde este punto de vista, la investigadora afirmó que la fertilización sería el método directo para alcanzarlo, siendo la de tipo nitrogenada la más practicada en maíz, ya sea realizada al momento de la siembra, en estados vegetativos tempranos, o combinados. Otras son las fertilizaciones foliares con productos formulados especialmente para tal aplicación.
“De manera indirecta, se podría mejorar la oferta nutricional que cada planta del cultivo puede disponer, disminuyendo la densidad de siembra y así bajar el efecto de competencia intra-específica”, comentó Bravo y agregó: “Imaginemos que en un metro cuadrado de suelo hay 6 plantas consumiendo los nutrientes disponibles, además de agua y radiación; si bajamos esa población a 3 o 4 plantas en ese mismo metro cuadrado, cada planta dispondría más recursos”.
La fecha de siembra también puede regular la oferta nutricional. En siembras tardías las mayores temperaturas colaboran con los procesos de mineralización de la materia orgánica del suelo, dejando a los nutrientes disponibles para ser absorbidos por el cultivo.
Como conclusión, Bravo subrayó: “Teniendo conocimiento de la presencia del patógeno en los campos productores de San Luis, se podrán realizar técnicas de manejo como las mencionadas, tendientes a evitar o bien reducir efectos adversos como la producción de micotoxinas”.