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Fertilización en pasturas

En actividades ganaderas (carne o leche) la alimentación es uno de los componentes de mayor impacto en el resultado productivo. Sin limitantes hídricas severas, en la Pampa Húmeda es factible lograr alta producción de “pasto de calidad” durante buena parte del año. Por esto la ganadería pastoril permite disminuir los costos de producción a la vez que aumenta el secuestro de carbono, reduciendo el impacto ambiental de la ganadería.

Sin limitantes hídricas ni nutricionales, en lotes de mayor aptitud (suelos profundos, sin limitaciones) pasturas bien manejadas pueden producir 12.000 a 15.000 kg MS/ha. Mayores producciones se logran cuando se incluyen especies como alfalfa. Con verdeos de invierno podrían obtenerse de 6.000 a 8.000 kg MS/ha por año. En ambientes con limitantes (como pueden ser lotes bajos con agropiro) se podrían producir 9.000 a 12.000 kg MS/ha al año.

Uno de los desafíos actuales es manejar de manera eficiente la fertilización para atenuar deficiencias nutricionales en especies forrajeras e incrementar la producción ganadera de manera sustentable. Para lograrlo, además de corregir desbalances nutricionales, es imprescindible cosechar adecuadamente el pasto producido.

En nuestro país la aplicación de fertilizantes en pasturas y verdeos suele definirse considerando sobre todo el valor del fertilizante, sin considerar la situación productiva. Esto determina aplicaciones insuficientes o desbalanceadas.En primer lugar, se debe definir la demanda de pasto del rodeo. Si la producción de pasto que se obtiene en condiciones naturales (sin agregado de fertilizantes) es menor a la esperada para las condiciones de clima y suelo, e insuficiente para cubrir la demanda de los animales, sería recomendable considerar la aplicación de nutrientes.

Si se establece que es necesario fertilizar, para determinar la cantidad de fertilizante requerida en cada lote es necesario realizar un balance entre la demanda (según especies, cultivares, tasas de crecimiento, etc.) y la oferta de nutrientes (desde el suelo, deyecciones de los animales en pastoreo, aporte de N que realizan las leguminosas, etc.).

 

Consideraciones generales sobre las principales forrajeras templadas en la región pampeana:

Alfalfa pura y mezclas base alfalfa

Las leguminosas suelen ser dependientes principalmente del suministro de P que aporta el suelo, y con menor frecuencia de otros nutrientes. Estas plantas, convenientemente inoculadas, pueden aprovechar la FBN que les permite – si no tienen otras limitaciones agronómicas – abastecerse adecuadamente de N.

Si la disponibilidad de P es menor a 18 ppm (P Bray), para cubrir la demanda anual de P de una pastura puede definirse una estrategia de fertilización en base a un “criterio de suficiencia”. En el caso de que se busque aumentar la disponibilidad de P en el suelo (“criterio de construcción y mantenimiento”), además del fertilizante necesario para abastecer el crecimiento anual esperado, debería agregarse más fertilizante fosforado para que el mismo se vaya incorporando al complejo de P del suelo. Cabe aclarar que, por su escasa movilidad en el suelo, la eficiencia de uso del P es mayor con aplicaciones incorporadas en la siembra, pero re fertilizaciones en pasturas implantadas pueden efectuarse al voleo.

Pasturas basadas en gramíneas perennes: festuca, agropiro

Para pasturas base gramíneas, además de P se debe abastecer el requerimiento de N. En pasturas mezclas con leguminosas, si bien parte del N fijado simbióticamente por las leguminosas puede ser aprovechado por las gramíneas, generalmente resulta insuficiente para cubrir la demanda de estas últimas, particularmente cuando la leguminosa no es el principal componente de la pastura (menos del 30% de leguminosas).

Orientativamente, 150 y 250 kg urea/ha podrían satisfacer el requerimiento de gramíneas templadas que producen 4000 y 6000 kg MS/ha en otoño y en primavera, respectivamente. Vale destacar que una buena nutrición nitrogenada no sólo permite expresar tasas de crecimiento sin limitaciones sino también “anticipar” la oferta de forraje en 20 – 30 días respecto a pasturas que crecen con deficiencias nutricionales. Esta diferencia es fundamental sobre todo a la salida del invierno, cuando la escasez de pasto afecta los sistemas productivos.

 

Respuestas e impactos de la fertilización en la producción ganadera

La respuesta a la fertilización varía según las condiciones ambientales. Deficiencias hídricas (como las que se registran actualmente) o excesos (lluvias intensas o anegamientos) perjudican el crecimiento de las plantas y la acción de los fertilizantes.Es por ello, que además de tener en cuenta la demanda de nutrientes, manejar información de la humedad en el perfil de suelo y de pronósticos climáticos contribuye a definir el momento de fertilización más conveniente y lograr mayor eficiencia en el agregado de nutrientes. Esto es vital al fertilizar con N, un nutriente altamente móvil e inestable en el suelo.

Para analizar el impacto de la fertilización, es fundamental considerar que las tasas de crecimiento de pasturas sin deficiencias nutricionales duplican o triplican a aquellas que manifiestan deficiencias.Para aprovechar el beneficio del agregado de nutrientes, el incremento en el crecimiento del pasto debe ser utilizado. Suele suceder que el crecimiento de pasto exceda el consumo animal, entonces debe ser aprovechado para confeccionar reservas forrajeras.

 

Consideraciones finales

Un plan de fertilización basado en información del sistema productivo (presupuesto forrajero, diagnóstico nutricional, datos de suelo y clima, etc.) en paralelo con la aplicación de buenas prácticas de manejo del pasto permitirían aumentar la productividad en los sistemas ganaderos pampeanos. En el contexto actual (aún con relaciones insumo/producto ajustadas) la fertilización es una herramienta útil para aumentar la carga animal de manera rentable y sustentable.

 

Podés ver la nota completa en la página de Horizonte A.

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