La siembra de trigo empezó a dar los primeros pasos la zonas agrícolas. Los primeros implantados son los ciclos largos, los cuales son los de mayor potencial de rinde y, por ende, más demandantes de más y mejor nutrición.
En este sentido, el experto de INTA Oliveros, Fernando Salvagiotti, brindó cuatro conceptos claves para definir el mejor manejo de la fertilización.
“En el primero en que tenemos que pensar es la dosis a aplicar y eso conlleva a asociarlo con el nitrógeno, que es el principal nutriente que demandará en función del potencial de rendimiento del cultivo”, explica, lo cual parte de una buena caracterización de los ambientes por medio del fundamental análisis de suelo.
Según sus datos, de mínima y para conseguir un potencial aceptable de rendimiento de trigo hay que pensar en aplicar entre 140 a 150 kilos de nitrógeno (suma de lo disponible a la siembra en el suelo más la aplicación del fertilizante).
El otro nutriente clave para una óptima producción del cereal es el fósforo. En este caso, la mediciones del fósforo Bray (P Bray) sugieren que con una dotación en el suelo de 18 partes por millón de fósforo, es recomendable aplicar una dosis de 10 a 15 kilos de una fuente de fertilizante fosfatada.
“Este nutriente hay que pensarlo estratégicamente para el binomio trigo/soja de segunda o, en otros casos, trigo/maíz de segunda”, sostuvo. Además, aconsejó aplicar zinc (a razón de 1 a 1,5 kilos por hectárea) cuando la disponibilidad está por debajo de una parte por millón.
Al momento de definir la fuente nitrogenada, según Salvagiotti, es necesario conocer el grado, es decir, la concentración de nutriente por kilo de fertilizante en el caso de los sólidos mientras que, por el lado de los líquidos, hay que conocer qué densidad de nutriente está concentrado.
En los fosforados hay que recaer en la solubilidad, aunque casi todas las fuentes disponibles en el mercado son solubles y, por su parte, en el caso del zinc lo importante es revisar que el fertilizante tenga en su composición la forma soluble, que es el sulfato.
En todos los casos, recomienda el experto, hay que fijarse en la relación de precios, según convenga en cada caso.
Otra de las reglas a considerar es el momento de aplicación del fertilizante y, bajo estos casos, hay que tratar de que coincidan el momento óptimo de demanda del cultivo y la aplicación.
“Lo recomendable es dividir la dosis y no extenderse más allá del macollaje del cultivo para reaplicar. Esto permite dividir los riesgos”, recomendó Salvagiotti.
Respecto al posicionamiento del fertilizante, el experto se refiere a que, en este punto, importa mucho qué maquinaria tiene cada productor.
“Para evitar pérdidas, el especialista dice que hay que colocar el fertilizante lo más cerca de la semilla que se pueda, evitar el contacto para minimizar los efectos fitotóxicos. De manera similar, sucede con el fertilizante fosfatado”, indicó Salvagiotti.