Investigadores del Conicet y la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) lograron determinar el mecanismo fisiológico que permitió lograr genotipos tolerantes a la alta densidad de siembra. El hallazgo tiene un significado importante para el sector, ya que se había logrado el producto, pero sin especificar el mecanismo.
Este tipo de genotipos permitió aumentar la productividad en Argentina, pero también Estados Unidos, Canadá, entre otros. “La industria semillera de maíz busca nuevos genotipos que sean superadores a los actuales, principalmente en su rendimiento (toneladas de granos por superficie). Cuando los encuentran, los seleccionan y los lanzan al mercado. Ahora bien, los mecanismos fisiológicos responsables de ese aumento del rinde no son siempre identificados y ahora nuestro trabajo dio un importante paso en esa dirección”, afirmó a la agencia CyTA-Leloir Juan Ignacio Cagnola, primer autor del estudio e investigador del CONICET.
El descubrimiento se logró a través de experimentos a campo con condiciones naturales. Al mismo tiempo, el procedimiento en se llevó a cabo condiciones controladas en invernáculos y los investigadores descubrieron diversos rasgos fisiológicos distintivos.
Los investigadores determinaron que los cultivos de maíz con mayores rindes por hectárea tienen dos rasgos distintivos: sus hojas realizan una mayor fotosíntesis y, a la vez, tienen menores tasas de respiración en comparación con los genotipos de menor productividad.
Por otra parte, Cagnola explicó que los genotipos de mayor rinde generan más energía a través de la fotosíntesis de sus hojas y la proveen a la espiga para que crezca. “Tienen la misma superficie de área foliar, pero con una menor biomasa, por lo que hay una mayor producción neta de energía”, agregó en diálogo con la agencia.
Este descubrimiento mejora las herramientas de trabajo para potenciar el maíz y otros cultivos. De esta manera, se realizó un importante descubrimiento que le pone nombre a la causa de la tolerancia de la alta densidad de siembra.
También participaron investigadores del IFEVA, del CONICET, de la Facultad de Agronomía de la UBA, del Centro de Investigaciones y Transferencia del noroeste de la Provincia de Buenos Aires (CIT-NOBA-CONICET), de la Estación Experimental INTA Pergamino y de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba: Martín Parco, Diego Rotili, Edmundo Ploschuk, Facundo Curin, Juan Ignacio Amas, Sergio Luque, Gustavo Maddonni, María Elena Otegui.