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La ola de frío que calentó los precios de los agroquímicos

Dos semanas atrás, en Texas (Estados Unidos) se sintió una ola de frío sin precedentes. Provocó múltiples trastornos en la vida cotidiana e impactó fuertemente en la producción petroquímica, sacudiendo el tablero internacional y recalentando el mercado que ya estaba turbulento.

Más de 20 refinerías salieron de servicio por congelamientos repentinos, y luego de dos semanas vuelven a retomar la operación. Le suceden chequeos de equipamientos, reparaciones de daños, verificaciones de seguridad redundantes, pruebas en vacío y un sinfín de procedimientos de “partida segura” hasta comenzar una curva de arranque lento. Las refinerías volverán a operar con normalidad recién a fines de mayo.

Con relación al abastecimiento, las refinerías han comunicado a sus clientes razones de fuerza mayor para negociar en buena fe los términos del incumplimiento contractual ante el inevitable desabastecimiento. El juego de la oferta y la demanda encontró la excusa perfecta, para desencadenar la tormenta que se gestaba desde fines del año pasado con la suba del precio de los commodities.

En el tercer y cuarto trimestre del año pasado por el efecto pandémico y reacomodamiento productivo, vimos subir la soja de US$300 a los US$500 por tonelada en su cotización internacional, con el maíz y otros granos acompañando esta suba. China, en su rol de gran comprador mundial de soja y commodities es quien paga la cuenta de esta suba, pero nada es gratis.

El gigante dragón oriental, secundado por India, son también los mayores productores y exportadores de agroquímicos del mundo, por lo cual empezaron a ejercer presión sobre el precio de los ingredientes activos fundamentales. En el ranking de las subas se posiciona el glufosinato con un 50%, atrazina 45% de aumento, el glifosato técnico 35% y el 2,4D técnico cerca del 25%.

Al mismo tiempo, los fletes internacionales aumentaron exponencialmente, transportar un contendor desde China a la Argentina pasó de US$2000 a US$8000 en cuestión de meses. La razón de este aumento es la recesión económica que trajo la pandemia y el cierre de algunos puertos y rutas marítimas. Se tuvieron que reacomodar las líneas transoceánicas logísticas y en muchos casos los barcos operan con fletes falsos y cargas incompletas.

La ola de frío del sur de los Estados Unidos y las comunicaciones de fuerza mayor y desabastecimiento, no hicieron más que acelerar la tensión de precios de todas las materias primas básicas para la producción de agroquímicos, de ingredientes activos, y de adyuvantes de formulación e independientemente de la región geográfica de origen. Esta tormenta es global.

En el campo, en el otro extremo de la cadena, el distribuidor y productor seguramente comenzarán a percibir los efectos. Se comienza a pensar en los tratamientos de barbecho y coberturas de invierno. Se empezará a sacar la punta al lápiz para ver la relación insumo producto y el costo de tratamiento de agroquímicos por hectárea en vista a la campaña 2021/2022.

Si el productor convalida los nuevos precios de agroquímicos y la soja se mantiene arriba de los US$500, estos precios muy probablemente vinieron para quedarse. Si por el contrario estos precios no se validan y cae el precio de granos, entones se sentirá la escasez, aumentarán los inventarios de derivados petroquímicos, los precios volverán a bajar, las refinerías estarán en operación normal y la tormenta habrá pasado, volviendo a un equilibrio razonable de oferta y demanda. De todas maneras, estos procesos suelen ser de más de un año, por lo que “señores pasajeros de la campaña 2021/2022, ajusten sus cinturones que entramos en zona de turbulencia”.

El autor es director ejecutivo en Agronegocios y Profesor de Agronegocios en ITBA

Por: Dardo Lizárraga

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