En la zona productiva de Buenos Aires abunda una maleza conocida como cardo de castilla, que afecta principalmente a los productores ganaderos. Sin embargo, la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Lomas de Zamora vio la posibilidad de producir bioenergía a través de este cultivo.
El proyecto busca utilizar el rastrojo y de esta manera generar bioetanol. “Lo que más necesita el mundo ahora son alimentos y energía. Esta podría ser una forma de producir energía sin competir con alimentos”, señaló García Stepien, director de la investigación a la agencia Argentina Investiga.
Este proyecto surge por parte de Stepien quien realizó una caracterización del rastrojo del maíz en cuanto a su biomasa. “Esa biomasa puede ser utilizada como celulosa para hacer papel, para fermentar y producir alcohol y hacer bioetanol, o para quemarlo y hacer energía desde el proceso de pirólisis. Puede tener distintos fines”, aseguró el investigador.
En este sentido, explicó que el cardo es una maleza y no tiene valor productivo. Stepien detalló que el objetivo es caracterizarla y evaluar qué aprovechamiento bioenergético puede hacerse de esa especie.
En cuanto a la caracterización, el investigador señaló que se ve cuánto produce y qué composición tiene en celulosa, hemicelulosa y lignina, que son los principales componentes de la pared celular de las plantas. “En base a eso podemos determinar si es más o menos productivo para generar bioenergía de segunda generación”, detalló.
Para producir bioetanol a través del cardo de castilla se utiliza el proceso de fermentación. “Lo que hacemos es romper las estructuras de celulosa y hemicelulosa en moléculas más sencillas, azúcares, para que los microorganismos que producen alcohol los fermenten produciendo bioetanol”, explicó Stepien.
Además, señaló que, a diferencia del maíz, los cultivos que tienen celulosa y hemicelulosa son más difíciles de degradar. “Hay que realizarle un pretratamiento para poder romperla más y lograr un mejor aprovechamiento. Para lograr una aplicabilidad inmediata hay que ajustar procesos industriales y dimensionar bien las plantas para un uso regional”, concluyó.