Los perfiles están cargados y los valores son atractivos. El miedo pasa por una posible suba de las retenciones.
La siembra de trigo ya dio el primer empujón con la implantación de los primeros lotes en el sudeste de Buenos Aires. Y este inicio fue sin dudas con mucho optimismo. Es que se presenta un escenario muy favorable para la producción del cereal este año y se postula para ser la “estrella” en este nuevo ciclo agrícola.
En esta línea, se espera un crecimiento en el área de trigo y un mayor uso de la tecnología para poder explotar los rindes y la calidad por varios factores: hay buena humedad en los lotes, los precios de los insumos son igual o incluso menores en algunos casos que la campaña pasada y los valores en el mercado granario son tentadores.
Y si se suma después la rotación con soja de segunda, los cálculos en el Excel son más que positivos para los productores.
Además, hay que mencionar beneficios ya conocidos como el papel que juega el trigo en la rotación agronómica asegurando la sustentabilidad al sistema y liquidez a fin de año.
La siembra de trigo se ha ido incrementando en los últimos 4 ciclos tras la quita de los Roes y rebaja de las alícuotas de las retenciones. A partir del ciclo 2014/15, que tocó el piso con 4,1 millones de hectáreas, se empezó a elevar el área de forma sostenida hasta alcanzar las 6,6 millones de hectáreas el año pasado, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Y para esta campaña se espera un nuevo auge en la siembra del cereal donde se prevé que ascenderá a 6,8 millones de hectáreas, 200.000 hectáreas más que el ciclo previo.
Con un rinde promedio de trigo que llegaría a 3.140 kilos por hectárea, una cifra superior al ciclo previo pero por debajo de los máximos históricos de la campaña 2010/2011, la producción totalizaría con el récord de las 21 millones de toneladas, según los cálculos de la misma entidad porteña.
En paralelo, la Bolsa de Comercio de Rosario redobló la apuesta y estimó que se sembrarán 7 millones de hectáreas y prevé una cosecha de 22 millones de toneladas.
Más allá de esta diferencia, ambas estimaciones coinciden que habrá una suba en el área y de producción.
Lo primero que juega a favor es la gran oferta de agua que recibió gran parte de la región pampeana. Según el climatólogo Eduardo Sierra, la humedad del suelo se mantendría durante gran parte del ciclo. “Hay probabilidades de registrar excesos temporales en el noreste de la región agrícola y periodos de déficit hídrico en el sudoeste de Buenos Aires y sur de La Pampa”, aseguró. Y mirando la primavera, se registrarían buenos aportes de humedad durante las etapas reproductivas.
Desde la Bolsa rosarina confirman que en Buenos Aires, donde se siembra el 50% de la superficie triguera, se arranca con las mejores condiciones de siembra de los últimos 30 años, muy diferente con respecto a lo que sucedía el año pasado, cuando a esta altura se cumplían dos meses sin lluvias importantes en Buenos Aires y La Pampa.
También el frío, otro factor vital, ya se comenzó a notar con temperaturas bajo cero en varias zonas de la región pampeana.
Con el clima a favor, se puede decir que el productor ya empiece con el pie derecho y le permite pensar en mayor inversión en tecnología. Y este año los valores de los insumos son iguales o menores que años previos.
Por ejemplo, los cálculos favorecen la aplicación de fertilizantes. Según un estudio de Fertilizar Asociación Civil, con datos a abril, la relación para comprar un kilo de urea granulada se necesita 3,4 kilos de trigo mientras que para comprar un kilo de fosfato diamónico se precisan entre 3,6 4 kilos del cereal.
En lo que respecta a los herbicidas, desde la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (Ciafa) remarcaron que los precios que recibe el productor por su trigo ha ido cambiando en los últimos 5 años por diversas cuestiones, algunas no vinculadas con el mercado internacional, pero a diferencia, los precios de los productos han estado estables en los últimos años en dólares con una tendencia a la baja en su valor mientras que estos mismo productos en otros granos ( soja o maíz) han sufrido un incremento por el efecto de caída en valor que tuvieron los granos en los últimos meses.
“Técnicamente, es una muy buena campaña para el trigo y las perspectivas son buenas a pesar del contexto de l covid -19”, dijo por su parte Juan Brihet, coordinador del Departamento de Investigación y Prospectiva Tecnológica de la Bolsa de Cereales.
Esta organización, que viene desde el 2011 haciendo el Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada en diferentes cultivos, destacó que algunos indicadores son estables como la densidad de siembra (115 kilos por hectárea) y los grupos de calidad (grupo 2).
En relación a la fertilización, tanto para la el trigo como para la cebada, en la campaña 2019/20 hubo un nuevo aumento de fertilizantes en la dosis con 1,6 millones de toneladas y para el ciclo 2020/21 proyectan un nuevo aumento de 4% a 6% en ambos cereales.
“En fungicidas vemos una tendencia positiva tanto en el uso en regiones donde antes no se veía, como en las regiones de menor aptitud agrícola, y el tipo de producto, con mayores formulaciones”, sostuvo Brihet.
Ahora bien, esta inversión en tecnología se sustenta porque el clima acompaña y porque los valores del trigo son óptimos. “La campaña arrancó muy favorable a los cultivos de invierno desde el punto de vista de rentabilidad. Hace un mes era fácil conseguir a 175 dólares por tonelada para lo trigos en los puertos y 165 para la cebada. La semana pasada bajaron los valore pero ahora está volviendo a subir”, comenzó explicando el asesor y consultor Pablo Calviño.
“En la provincia de Buenos Aires, en el sur de Córdoba y en el sur de Santa Fe es la actividad más rentable porque la soja tiene valores bajos y mayores retenciones mientras que el maíz es el más perjudicado de todos por el bajo precio y cuanto más te alejas de los puertos, más complicado está el número”, agregó.
En este sentido, ejemplificó que los márgenes en un campo medio en el sudeste de Buenos Aires, ya descontando el alquiler pero no los gastos de estructura, la secuencia trigo/soja de segunda genera 248 dólares por hectáreas mientras que para la cebada cervecera/soja de segunda los márgenes son de 330 dólares por hectárea. Yendo a cultivos individuales, el trigo alcanza 180 dólares, el maíz, 80 dólares y la soja, 50 dólares.
Más al norte, precisamente en el sudeste de Córdoba, indicó que la rotación trigo/soja de segunda logra márgenes de 230 dólares mientras que la cebada forrajera/ soja de segunda obtiene 188 dólares. Tanto maíz como soja los márgenes son de 115 dólares.
En este sentido, Enrique Erize, presidente de Nóvitas, quien fue uno de los disertantes de A Todo Trigo que se desarrolló esta semana de forma online, se metió de lleno en los impactos del coronavirus y consideró que el trigo será en esta batalla el “gran ganador”, porque el 80% de la producción se destina al consumo humano directo.
“Nadie pensará en cambiar el auto, pero sí todo el mundo necesitará comer”, explicó en un análisis final que tocó varios frentes. Para el analista, el único problema argentino es político. “Argentina es súper competitiva: tiene una estructuralidad exportadora única en el mundo. Nadie nos iguala, ni siquiera Ucrania. Podemos producir alimento barato para 44 millones de personas y al mismo tiempo llenar de dólares al BCRA si quisiéramos”, disparó, aunque alertó que “hay gente en el Gobierno Nacional que piensa que se puede meter mano en el mercado de trigo”.
Pero uno de los miedos de la cadena, expresó, es que “metan mano” en el mercado y suban las retenciones 3 puntos porcentuales y lleguen al 15%, facultad que le cedió el Congreso al Ejecutivo.
En materia de precios, Erize hizo un cálculo al que consideró “muy teórico pero válido para excel”. Para diciembre de 2020, estimó un precio FOB de US$ 204, pero restando todas las variables que juegan, queda en U$S 170.