Ariel Faberi, investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), participó en una reunión organizada por la Red Agropecuaria de Vigilancia Tecnológica (RAVIT), que cuenta con el apoyo de UPL Argentina; sostuvo que hay muchos aspectos técnicos que aún se pueden resolver a nivel de lote. Pero el escenario es bastante preocupante. Las enfermedades foliares son cada vez más agresivas y se cuenta un mayor número de fallas y escapes, datos que evidencian que los controles están empezando a perder su eficiencia. “La temática requiere de la colaboración de todos los actores”, aseguró el especialista. “Los problemas ya no son puntuales y no se pueden encarar de manera aislada. Hay que generar un marco mucho más amplio y regional”, agregó.
Durante el encuentro hubo coincidencias al analizar lo que se vive en el campo. Los productores presentes reconocieron que muchas veces las decisiones en torno al uso de fungicidas en pocas ocasiones se toman a partir de monitoreos. Lo más habitual es fiarse de un “boca a boca” o una única visita al lote, y esto genera aplicaciones inapropiadas. La realidad coincide con las dificultades para reconocer las enfermedades y repercute en un uso ineficiente de las herramientas para el control de enfermedades.
“No sólo es importante lograr un buen rendimiento del cultivo sino también si fue logrado en un marco de sustentabilidad”, asintieron todos para destacar que la falta de un manejo eficiente de las enfermedades foliares repercute en la pérdida de herramientas para su control, teniendo en cuenta la muy baja tasa de generación de nuevas moléculas en el mercado.
Uno de los primeros ejes de trabajo en la región se concentra en el análisis sanitario de los trigos esta campaña. De ahí el aporte de Faberi con eje en la resistencia de los hongos a los fungicidas. Para el investigador, es preocupante la pérdida de sensibilidad que están experimentando algunos triazoles por parte de roya de la hoja. Y la aparición de poblaciones resistentes de mancha amarilla a estrobilurinas, como se evidenció en un reciente trabajo realizado por los fitopatólogos Francisco Sautua y Marcelo Carmona de la FAUBA.
Las recomendaciones
Durante la reunión, Faberi sostuvo que una de las herramientas principales que el productor debería tener a mano es la elección de la variedad con un perfil sanitario óptimo. “Hoy en día, entre el 60 y 70% de la superficie sembrada de trigo es susceptible a roya amarilla. Eso es porque el productor sigue seleccionando variedades según su potencial de rendimiento, que son justamente las que tienen peor comportamiento frente a roya. Entonces apelan a la aplicación de productos como estrategia principal para el control de los patógenos, ejerciendo una presión de selección importante que a largo plazo puede derivar en la generación de nuevas resistencias”, sintetizó.
El especialista puso especial énfasis en un manejo consciente del control químico: no reducir dosis, aplicaciones en el momento adecuado, monitorear los cultivos y utilización correcta de mezclas. Entre todas estas prácticas, la incorporación de fungicidas multisitio es otra herramienta de gran valor a la hora de combatir las fuentes de riesgos y peligros que pueden derivar en la generación de resistencias.
Allí se destaca Tridium, el fungicida multisitio de UPL para el cultivo de trigo que contiene Azoxistrobina, Tebuconazole y Mancozeb. Este último elemento (del grupo de los Ditiocarbamatos) es una de las claves del producto, ya que aporta seis puntos de control al mismo tiempo en la célula fúngica. Esto hace que se vuelva muy difícil la generación de mutaciones para el hongo y de esta manera se evita que se reporten casos de resistencia. “Las virtudes de Tridium para prevenir el riesgo de aparición de resistencia es innegable”, sumó el experto.