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Batata, cultivo en peligro por virus

La producción global de batata, especie originaria de América, es de 133 millones de toneladas. A nivel mundial es el séptimo cultivo destinado a alimentación humana y quinto en los países en desarrollo luego del arroz, trigo, maíz y la mandioca.

Pueden obtenerse hasta tres cosechas por año y desde el punto de vista de su explotación es una especie rústica, adaptándose a diversas condiciones de clima y suelo, posee baja demanda de insumos y su ciclo de crecimiento es relativamente corto. Es un recurso apto para su exportación en fresco y también para su aplicación como insumo en la industria.

A pesar de las bondades de esta hortícola, su superficie cultivada ha manifestado una importante reducción en Córdoba y en el país. Una de las principales causas ha sido las enfermedades causadas por virus, que constituyen un problema severo en todas las regiones.

Propagación. Comercialmente, la batata se propaga de manera vegetativa, a través de plantines, lo que conduce a un incremento en la concentración de partículas virales en los tejidos vegetales, en perjuicio de la producción.

Un estudio conducido en Resources and Rural Economics Division del Usda (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos) determinó que, siendo los virus los patógenos de batata más difundidos, su control es una de las necesidades prioritarias en países en desarrollo.

En la Argentina, en la década de 1970, una enfermedad conocida como “batata crespa”, ocasionada por un agente viral transmitido por el “pulgón verde del duraznero” ( Myzus persicae ) había devastado a los cultivos. El problema fue superado mediante el empleo de plantines de sanidad controlada provenientes de cultivo in vitro de meristemas (tejidos responsables del crecimiento vegetal).

Esta tecnología permitió incrementar la producción de la batata Criolla Amarilla en un 100 por ciento respecto de la batata común de la zona. Simultáneamente, un nuevo cultivar, denominado Morada Inta, fue adoptado por los productores a partir de 1978 y llegó a ocupar, hacia mediados de los ’80, casi la totalidad del área plantada con batata en el país.

Enanismo clorótico. No obstante, desde 1984, comenzó a ser afectado por una grave sintomatología denominada “enanismo clorótico”, que causaba reducciones en el rendimiento de raíces reservantes superiores al 80 por ciento.

El “enanismo clorótico” sólo se expresaba sintomáticamente y producía daños en zonas de cultivo bajo riego de Santiago del Estero, Córdoba y San Luis.

Una estrategia de control en regiones muy afectadas por la enfermedad consistía en el uso de plantines provenientes de otras zonas en donde ésta no se manifestaba, como de Romang (Santa Fe) o de la provincia de Buenos Aires. Este sistema aseguraba la producción rentable de raíces comerciales por aproximadamente dos años, al cabo de los cuales el material de propagación debía ser renovado.

Sin embargo, observaciones efectuadas en lotes de Colonia Caroya en enero de 2009, permitieron establecer la presencia de una sintomatología viral en la batata Arapey Inia, de creciente difusión por su alta productividad y su marcada precocidad.

Continuando con nuestros estudios, pudimos determinar la presencia de cuatro virus en las plantas afectadas, dos de ellos no citados anteriormente en Argentina. La nueva enfermedad, a la que denominamos “encrespamiento amarillo de la batata”, ocasiona pérdidas potenciales de rendimiento del 96 por ciento y posee una altísima incidencia en los cultivos provinciales. El 25 por ciento de las plantas severamente infectadas no producen raíces comercializables.

Es importante destacar que el panorama nacional de virosis ha variado sustancialmente con el cambio en el patosistema. Los cuatro agentes virales están distribuidos en todas las regiones productoras argentinas, cualquiera sea el genotipo cultivado en ellas; la manifestación de síntomas ya no es privativa de determinados ambientes, especialmente en ciclos agrícolas de gran estrés térmico e hídrico como el actual.

Una forma de revertir esta situación es a través del inicio de los cultivos a partir de plantines de sanidad controlada, obtenidos por cultivo in vitro de ápices meristemáticos, que deben reemplazar de manera definitiva a los adquiridos en otras zonas batateras. Su distribución de manera continuada conducirá al saneamiento definitivo de los cultivos. La asociación conveniente de los agricultores, a través de sistemas cooperativos, permitirá la dilución de los costos iniciales. En el Instituto de Patología Vegetal del Inta, con sede en la ciudad de Córdoba, hemos comenzado a producir plantines de sanidad certificada de cultivares.

La autora es profesional del Conicet-Instituto de Patología Vegetal. Centro de Investigaciones Agropecuarias (Ipave-Ciap-Inta); ldifeo@correo.inta.gov.ar

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