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El INTA consiguió un algodón resistente al “Picudo del algodonero”

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria informó que lograron cultivos de algodón resistentes al “Picudo del algodonero”, una plaga que trae importantes pérdidas en las zonas de Chaco, Formosa, Santa Fe y Santiago del Estero. 

Este logro permitirá contar con cultivos resistentes al picudo del algodonero. Por primera vez en la Argentina y mediante la aplicación de silenciamiento génico, se consiguieron plantas que disminuirán la capacidad de daño provocada por la plaga. El equipo de investigadores espera tener líneas de multiplicación para el próximo año” explicaron desde el INTA. 

Los científicos del INTA obtuvieron variedades de Algodón resistentes al picudo del algodonero (Anthonomus grandis) mediante la estrategia de ARN de interferencia (ARNi). “Esta técnica consiste en lograr que en la planta se genere una secuencia muy pequeña de ARN para bloquear específicamente la funcionalidad de un gen esencial en el picudo y, de esta manera, disminuir su capacidad de daño” manifestaron desde el INTA.

“El desafío que teníamos por delante era generar un sistema de transformación y ajustarlo para comenzar a transformar con el gen de interés, lo que nos llevó años de investigación”, explicó Dalia Lewi, responsable del Módulo Transformación Genética de Algodón del INTA que logró generar plantas transgénicas de este cultivo. “Las plantas de algodón están creciendo, tenemos que multiplicarlas y empezar a hacer los desafíos en los invernáculos de bioseguridad, desafíos in vitro y a campo” agregó Lewi.

Las investigadoras esperan que “la planta transgénica exprese una secuencia que genere el ARN de interferencia y que el picudo del algodonero, cuando pique el botón floral, lo tome para que este interfiera en su metabolismo celular”, explicó Lewi, quien se mostró cautelosa con los resultados que esperan obtener, y agregó: “Si no se logra que muera, al menos que tenga una disminución en la capacidad reproductiva y de daño”.

Historia del Desarrollo.

A partir de el transcriptoma del intestino medio del insecto, el INTA determinó qué secuencia debía tomar para expresar en la planta y generar el ARN que interfiera algún proceso metabólico del picudo.

El estudio de las secuencias y sus pruebas “en distintos soportes in vitro, permitió conocer cuáles eran las más efectivas. Una vez armadas estas construcciones genéticas los tomamos para introducirlas dentro de las células de algodón para generar las plantas transgénicas”, indicó Lewi.

En esta etapa, las investigadoras trabajaron en colaboración con Ricardo Salvador, investigador del Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola (IMyZA) del INTA Castelar, quien observó la mortalidad en los ensayos preliminares. Con esa información pudieron determinar cuáles eran los mejores blancos de silenciamiento evaluados.

En tal sentido, la estrategia de control de la plaga radica en “utilizar ARN de interferencia para expresar en la planta una secuencia corta, que no necesariamente tiene que formar parte de un gen, pero que es específica de un gen vital para el picudo”, aclaró Lewi.

De esta manera, mediante el uso de silenciamiento génico se busca que estas moléculas ingresen a las células del insecto e inhiban la síntesis de una proteína asociada a una función esencial. Al verse privado de esa función, se espera que las células mueran y, por lo tanto, esto tenga un efecto letal sobre el organismo del insecto.

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