Unos puntos clave para considerar al cultivo de maíz en la rotación
Una de las propiedades de mayor relevancia de los suelos son sus niveles de materia orgánica. Es conocido las ventajas que presenta tener altos niveles de materia orgánica sobre formación de agregados del suelo y la estabilidad de los agregados, así como también sobre la disponibilidad de agua, disponibilidad de nutrientes y su dinámica de ciclado, y por consiguiente la relación positiva entre los niveles de materia orgánica y los rendimientos de los cultivos. Anualmente se produce pérdidas de materia orgánica por mineralización (o pérdidas de carbono). Estas pérdidas dependen principalmente de las condiciones meteorológicas del año, de los niveles de materia orgánica inicial, y de las prácticas de manejo como siembra directa o labranza convencional. En sudeste de Buenos Aires, en sistemas de siembra directa, las pérdidas anuales rondan los 3,7 toneladas de carbono por ha. El aporte de residuos de cultivos permite balancear estas pérdidas o incluso generar balances que permitan en el mediano plazo incrementar los niveles de materia orgánica. Podemos aproximar que aportes de 10 ton de materia seca de residuos de cosecha por ha. y por año permiten balancear los niveles de pérdida y aporte de carbono en los suelos. Para lograr estos aportes de residuos de cosecha debemos considerar el número de cultivos, el tipo de cultivo, y los niveles de producción por cultivo. La incorporación del maíz de alta producción en las rotaciones permite aportar residuos en cantidad y calidad (residuos con alta relación carbono nitrógeno), y junto con las gramíneas como trigo y cebada lograr sistemas con balances de carbono neutros o positivos.
Características de la zona y limitaciones para cultivo de maíz
Las características agroecológicas de la región sudeste determinan la necesidad de ajustar la tecnología de manejo de cultivo de maíz para poder lograr cultivos exitosos y de moderado riesgo. A grandes rasgos, el período libre de heladas, la distribución y cantidad de precipitaciones, la profundidad del perfil, el riesgo de anegamiento temporal y la textura de horizontes subsuperficiales, son aspectos a considerar al definir los ajustes de manejo de cultivo.
Los suelos predominantes son heterogéneos en su desarrollo, se visualiza en la figura 1 capacidad de uso variable según áreas dentro de los partidos de Tandil lobería y Necochea. Presenta frecuentemente un horizonte petrocálcico (tosca) a una profundidad variable y horizontes subsuperfciales con diferencias en textura (Figura 2). Cuando este horizonte petrocálcico se ubica cerca de la superficie se reduce la profundidad efectiva del suelo y con esto su capacidad de almacenar agua útil. Las limitaciones en profundidad se combinan en parte de la región con la presencia de horizontes B fuertes que también pueden condicionar la capacidad de suelo de almacenar agua útil. Otras limitantes de la región son los suelos con anegamiento temporal o con presencia de sodio en su perfil (en algunas áreas esta combinación es frecuente), en general se asocia a zonas con drenaje limitado, ubicadas en posición de relieve de bajo, con escasa pendiente, y suelos con horizonte de textura fina y baja permeabilidad. Bajo este tipo de suelo se produce disminución de crecimiento de maíz o muerte de plantas. En las zonas donde estas condiciones son frecuentes el cultivo no es apto.
Las precipitaciones de la región tienen un rango de 800 a 1100 mm anuales. En general, las precipitaciones durante el verano son bajas principalmente a medida que nos alejamos de la zona costera.
Al tomar las decisiones de estructura de cultivo (fecha de siembra, densidad, distanciamiento, cultivar) y nutrición (fertilización con nitrógeno fosforo azufre y cinc) dependen de las características del sitio.
El rendimiento de maíz en ambientes que combinan este tipo de clima y suelo es, además de bajo, variable entre años. Lo anterior dificulta la incorporación de este cultivo en los planteos agrícolas. Sin embargo, la adopción de prácticas de manejo basadas en el entendimiento del funcionamiento del cultivo en interacción con el ambiente permitiría en muchos casos incrementar y estabilizar el rendimiento del cultivo de maíz convirtiéndolo en una alternativa viable.