El año pasado, según datos de la Asociación Fertilizar, se alcanzó el récord histórico en consumo de fertilizantes, con más de 4 millones de toneladas de distintos fertilizantes inorgánicos aplicados en el campo argentino. En 2017 ya se había alcanzado un buen nivel, con 3,8 millones y luego continuó aquella tendencia que movió el mercado luego de la quita de retenciones y trabas para exportar los cereales. Las gramíneas -trigo y maíz- responden con creces a la aplicación de fertilizantes y quedó demostrado que eso bien lo saben los productores.
Andrés Grasso integra el comité técnico de la Asociación Civil Fertilizar, que se fundó en la década de los ’90 para potenciar el consumo de fertilizantes en los cultivos extensivos, contó que en estos treinta años hubo pocos momentos de altos consumos como en el presente. “Hubo uno en 2007, con 3,7 millones de toneladas; y otro con el mismo nivel en 2011. Después nos vamos a 2017, con 3,8 millones”, informó.
Bichos de Campo consultó a Grasso cuál sería el volumen ideal de fertilizantes aplicados para reponer los nutrientes extraídos cada año de los suelos argentinos. Según cálculos agronómicos, la marca debería superar como mínimo los 5 millones de toneladas. Es decir, a pesar del récord, los niveles de consumo se hayan un 20% por debajo del ideal.
“En un 70 % de los casos producimos a expensas de lo que nos da el suelo”, destacó el especialista.
En cuanto a la oferta de fertilizantes, para Grasso la Argentina se encuentra en muy buenos términos. Destacó que solo se deben importar ciertos fertilizantes fosforados que resultan imposibles de producir en el país. Pero que en el caso de los nitrogenados, la provisión de urea está bien cubierta con la planta de Profértil en Bahía Blanca.
Un caso particular es el del potasio, nutriente que no es deficitario hoy en los campos argentinos pero que en el vecino Brasil sí lo es. En la provincia de Mendoza existe una mina con cantidades considerables de potasio y para Grasso puede ser una buena oportunidad para explotarla. La compañía Vale lo intentó años atrás, pero el proyecto fracasó debido a la inestabilidad económica y política.
Por último, el técnico hizo referencia a la actitud y el conocimiento en fertilización por parte del productor argentino. “Desde Fertilizar hemos hecho muchísimos relevamientos para ver cómo decide el productor la dosis de fertilizante: Están conscientes que la nutrición juega un rol decisivo en el rinde de su cultivo y que es la llave que deben mover para pasar el rendimiento medio porque la genética u otras cuestiones de insumos existen”.
Pero al mismo tiempo reconoció que “la factura del fertilizante es grande y juega el riesgo productivo. Al no existir seguros y ante un año con un horizonte de precios bajo, (los productores) son conservadores. Ahora, cuando las expectativas se abrieron con la liberación de mercados y retenciones, claramente se notó un mejora en el consumo”, destacó.