Introducción
Desde la década del 90´ y hasta muchos años más tarde,el uso continuo de glifosato como herbicida postemergente y de metsulfurón como herbicida preemergente elevó la presión de selección sobre las malezas a niveles elevados. Esta tendencia promovió en el mediano plazo el surgimiento de especies de malezas tolerantes y resistentes a los herbicidas mencionados,dificultando así el modo de controlarlas. Asimismo, esta situación se agravó por la falta de rotaciones de cultivos tanto estivales como invernales, y la menor utilización de herbicidas con efecto residual sobre malezas gramíneas y latifoliadas (Jaeggi, E., comunicación personal, 2016).
Hoy tenemos que hablar del problema que ocasionan las malezas tolerantes y resistentes en varias regiones de la zona agrícola de SanLuis al afectar la producción de los principales cultivos agrícolas, maíz,soja, sorgo y girasol. Las primeras, producto de las características propias dela maleza que hace que el herbicida no tenga un control adecuado y las segundas, por el uso reiterado del mismo herbicida que va generando la selección de individuos que antes eran susceptibles y ahora ya no lo son. La presencia de las malezas resistentes a glifosato y a otros herbicidas (ALS), es un problema que preocupa cada vez más a productores y profesionales asesores dela provincia de San Luis. Yuyo colorado, rama negra, flor de santa lucía,siempre viva, pata de ganso, capín, roseta, sorgo de Alepo, gramilla, gramón, cortadera chica y otras especies causan una importante reducción de rendimiento en los cultivos agrícolas de la región, cuando no son controladas adecuadamente.
La necesidad de implementar algún tipo de control químico para malezas difíciles en los cultivos de verano conlleva un incremento notable en los costos. Por ejemplo, en un cultivo de soja sin malezas difíciles de un campo de la localidad de Punilla, en la provincia de San Luis, se realizan anualmente tres aplicaciones de herbicidas, que suman un volumen total de 7 litros por hectárea, a un costo aproximado de U$S 50. Por el contrario, en el mismo campo y con un escenario con malezas tolerantes y resistentes, se aplican anualmente alrededor de 12 litros de herbicidas por hectárea, a un costo aproximado de U$S 147.
Este incremento en el uso de herbicidas, además de tener implicancias en términos económicos, también repercute en el medio ambiente, atal punto que puede ocasionar contaminaciones del suelo, aire y agua cuando las aplicaciones son realizadas de forma incorrecta. En la actualidad, esta problemática se está comenzando a revertir en algunas regiones del país, aunque no en la medida deseada.
Los CC son sembrados entre dos cultivos de cosecha y no son incorporados al suelo (a diferencia de los abonos verdes), pastoreados(a diferencia de los verdeos) o cosechados. Los residuos de los CC quedan en superficie, liberando los nutrientes contenidos en la biomasa vegetal al descomponerse.
La mayor cobertura de biomasa disponible de los CC proveen diferentes beneficios a los agroecosistemas, tales como la mitigación de la erosión del suelo, el secuestro de nutrientes/contaminantes; la provisión y/o liberación de nitrógeno, la producción de forraje y el control de malezas.