La Red de Buenas Prácticas Agropecuarias es el resultado de un proceso de diálogo interinstitucional entre las principales entidades públicas y privadas del país que desarrollan diversas actividades del rubro productivo. Sus integrantes entienden que las BPA constituyen “un instrumento estratégico para atender adecuadamente los desafíos del crecimiento cuantitativo y cualitativo de la demanda nacional y mundial de los productos de la agroindustria, que implica la integración de la disponibilidad, la calidad e inocuidad y la sustentabilidad de la producción agroindustrial”. Según dicen sus promotores, las Buenas Prácticas Agropecuarias promueven que los productos agropecuarios no hagan daño a la salud humana y animal ni al medio ambiente; protegen la salud y la seguridad de los trabajadores; y además tienen en cuenta el buen uso y manejo de los insumos agropecuarios.
Así las cosas, se creó esta Red “para contar con un mecanismo de intercambio de información, diálogo interinstitucional y cooperación entre sus miembros, para abordar de forma integral las distintas dimensiones de esta temática. Disponiendo de esta plataforma, la Red persigue los objetivos de promover la implementación de las BPA y comunicar a la sociedad sobre la importancia de tal implementación y la relevancia de la actividad agrícola en general. Recientemente, se acordó la conformación de comisiones de trabajo para abordar temas tales como cadenas de valor, lineamientos legales y normativas, capacitación, comunicación, poscosecha, fertilizantes y nutrición.
Trabajo inter institucional
Según el Ing. Agr. Esteban Gastaldi, el evento en cuestión se enmarca en el trabajo que desarrolla el Colegio de Ingenieros Agrónomos y su plan de acción para el año, parte del cual es esta campaña de concientización de la BPA. “Son cuatro jornadas de disertaciones y talleres en la provincia. Estamos muy confiados en el camino para dar respuestas a las demandas sociales que reclaman saber cómo son producidos los alimentos”, aseguró. Consultado por Campolitoral respecto de la difusión de las BPA en la producción actual, manifestó que no es fácil hacer un análisis global. “Lo razonable es analizar las cadenas productivas y su evolución, y vemos que la lechería ya viene trabajando en la calidad de leche, los efluentes y el confort animal”, por ejemplo. Acerca de la agroecología, aseguró que tiene cosas positivas “siempre que esté basada en criterios científicos y comprobables, pero que sin lugar a dudas tiene muchas soluciones a los problemas del periurbano; es una gran herramienta para eso”. Finalmente, destacó que le mensaje es que “el sector trabaja seriamente para adecuarse a los requerimientos sociales”.
Saber qué comemos. Para José Trombert, pte. del Colegio de Ingenieros Agrónomos, las BPA son un camino inexorable, y los agrónomos los profesionales para aplicarlas.
Unificar la agenda
Silvina Campos Carlés es asesora económica de CONINAGRO, y miembro de la comisión de lechería de la Red. “Es un espacio de diálogo de más de 50 instituciones entre las de los productores, el Ministerio de Agroindustria, de Salud, de Ambiente, SENASA, y recientemente se adhirió el Ministerio de la Producción de Santa Fe, además de los aplicadores y los trabajadores rurales, para que entre todos podamos dilucidar qué son las BPA, cómo las llevamos adelante, y cómo hacemos para unificar la agenda. Arrancamos en 2014 y desde entonces nos piden recomendaciones para municipios”, recuerda. “Ahora estamos trabajando tranqueras adentro en los factores que sirven como indicadores para el productor. Cerramos le capítulo de los indicadores de la actividad agrícola y de la horticultura en el marco de la nueva normativa para frutas y hortalizas”.
Para Silvina se trata de hacer las cosas bien, “y de tener herramientas para saber quien las hace de esta manera sin la necesidad de generar un espacio conflictivo, sino constructivo”.
Claro que recién empiezan, y la tarea es larga. “Tenemos documentación muy variada de cada producción. El proceso de unificación para llegar a un protocolo nos llevó más de un año, y ahora estamos largando las mediciones a campo”.
En este sentido, agregó que una buena práctica es un análisis de suelo (algo más frecuente en algunas zonas que en otras); o el calibrado de las máquinas, sobre todo si lo hacen los contratistas; o el triple lavado de los envases (y un espacio para depositarlos) y generar un circuito limpio para poder trasladarlos.
Buena leche
Miguel Taverna se sumó recientemente para aportar lo suyo desde INTA Rafaela en la comisión de lechería. “Tenemos una importante cantidad de trabajos previos realizados, gracias a que muchas instituciones han trabajado en BPA en lechería, con lo cual nuestro trabajo inicial será ordenar esa info y transformarla, con la meta de pensar cómo hacemos para convencer al productor para que adopte esas prácticas, y creo que ése es el principal desafío, porque hay muchos trabajos técnicos y científicos, pero en la realidad estamos muy lejos en su implementación”. Taverna argumentó que Córdoba es un ejemplo donde la provincia incentiva la implementación a través de un incentivo económico, y apeló a considerar tres elementos.
“El primero es que las BPA no son neutras, muchas tienen un impacto productivo (de mayor producción) y de mayor eficiencia en el uso de los recursos. Es decir, que el productor tendrá mayor renta. Segundo, viene el tema ambiental, porque podemos ser más eficientes y cuidadosos, y eso tiene impacto ambiental y a nivel de cadena sobre la sociedad. Tercero, el bienestar animal, demuestra que la actividad no va en contra de principios éticos. El último es la imagen, y si tomamos el ejemplo de la lechería, vemos que la gente escucha sólo el conflicto permanente, nunca que el tambo aporta valor, trabajo, y que es mucho mas sustentable en términos de la conservación del ambiente”.
Del campo a la mesa
Según José María Trombert, presidente del Colegio de Ingenieros Agrónomos, desde la entidad están trabajando para sensibilizar sobre este tema. “La sociedad quiere saber cada vez más qué está consumiendo, y para saberlo son fundamentales las BPA, que son la forma de demostrar que los procesos del productor llevan a un alimento sano para el consumo”. Y agregó que las BPA implican “hacer las cosas bien, registrando y demostrando todo el proceso”. Nada más, ni nada menos.
A propósito de esto, mencionó que están atravesando una situación de transición. “Venimos trabajando para que en la provincia exista la figura del corresponsable agronómico, la que establece que cada productor con su RUPP (Registro Único de Producción Primaria) tenga la figura del corresponsable que avala los procesos en el campo empezando por dos cuestiones: fitosanitarios y conservación del suelo”.
Y agregó que Santa Fe está trabajando en un sistema integrado informático para que sea fácil de llevar, y donde el productor pueda georeferenciar su trabajo con el nombre de un corresponsable que confeccione la receta de aplicación. El proyecto incluye que cuando el aplicador realiza la aplicación a su vez se sugiere un veedor, sobre todo en las áreas periurbanas, para que certifique que en el momento de la aplicación estén dadas las condiciones ambientales que no causen un perjuicio a la población”.
Trombert apuntó a que la profesionalización de la tarea en el campo y la registración le van a permitir a la sociedad saber qué alimentos consume “y ese es un deber de los agrónomos para con la sociedad. Antes nos preocupábamos por producir, pero hoy también nos ocupamos de producir alimentos sanos, porque la sociedad quiere saber qué come, y eso bueno y es lógico que así sea”.