Un informe de ReTAA, de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, detalla cómo fue en la campaña 2016/2017 el consumo de fertilizantes por cultivo y las dosis aplicadas.
El crecimiento del área sembrada con gramíneas en la campaña 2016/17 permitió un aumento del 20% en el consumo total de fertilizantes en relación con la campaña 2014/15.
En el ciclo 2016/2017 se vio reflejado el quiebre de una tendencia negativa que venía experimentando esta práctica en la Argentina. El nuevo escenario comercial para el trigo y el maíz impulsó una mayor inversión en fertilizantes, por ejemplo. En rigor, por fuente, el consumo subió 30% en nitrogenados y 13% en fosfatados.
Según el trabajo, en 2016/2017, con un consumo de 2,7 millones de toneladas para los cultivos de soja, trigo, maíz, girasol, cebada y sorgo, en el caso de trigo y maíz representaron en conjunto el 64% del consumo total de fertilizantes de la campaña pasada.
Además, significaron el 86% del consumo de fertilizantes nitrogenados. "Ambos cultivos experimentaron un aumento en las dosis de fertilización nitrogenada, especialmente con urea", indicó el trabajo de la Bolsa de Cereales porteña.
En trigo, la dosis media con urea subió de 85 kilos por hectárea en 2014/2015 a 115 kilos por hectárea en 2016/2017. A escala regional, en el sudeste de Buenos Aires la aplicación de esta fuente aumentó en 50 kilos, alcanzando los 167 kilos por hectárea en la medición 2016/17, mientras que en el norte de Córdoba pasó de un nivel de 60 a 84 kilos de urea por hectárea.
En tanto, en maíz en ambas campañas pasó de 90 a 120 kilos por hectárea. En regiones como el sur de Córdoba, por ejemplo, el promedio de urea aplicada pasó de 95 a 113 kilos por hectárea entre los períodos 2014/2015 a 2016/2017, mientras que en el oeste de Buenos Aires la dosis pasó de 105 a 140 kilos por hectárea.
"En la campaña 2016/17, tanto en trigo como en maíz la fertilización con urea aumentó en 30 kg/ha. En términos de nutriente, se aplicaron en promedio 60 kg de nitrógeno por hectárea para ambos cultivos", precisó la entidad. Para el caso de maíz, zonas como el sur de Córdoba y el oeste de Buenos Aires mostraron un aumento de 10 kilos de nitrógeno por hectárea. En el caso del trigo, el sur de Córdoba prácticamente duplicó la dosis entre ambas mediciones, alcanzando allí los 59 kilos de nitrógeno por hectárea.
De acuerdo con el trabajo, la soja junto a trigo y maíz abarcaron el 90% del consumo total de fertilizantes fosfatados. En soja, la cantidad aplicada de superfosfato triple disminuyó en 5 kg/ha (de 45 a 40 kilos), pero la cantidad de fósforo (P) aumentó levemente debido a la mayor utilización de otras fuentes como fosfato monoamónico y diamónico, según señaló la entidad. En el primer caso, la dosis pasó de 26 a 48 kilos por hectárea, mientras que el fosfato diamónico aumentó de 20 a 50 kilos por hectárea. Estos datos expresados en unidades de nutriente muestran que la cantidad de fósforo en el cultivo subió de 8 a 10 kilos por hectárea.