Por Marcelo Carmona y Francisco Sautua, fitopatólogos de la FAUBA
La Roya Blanca del girasol es causada por el pseudohongo Pustula helianthicola (syn. Albugo tragopogonis), es decir, no es una roya típica causada por un hongo. Su importancia económica ha crecido en el mundo en los últimos años. Recientemente se han reportado epidemias importantes de esta enfermedad en el sur de la provincia de Buenos Aires y en la zona núcleo (sur de Santa Fe).
Los síntomas comienzan en la cara superior de las hojas inferiores e incluyen manchas oleosas, llamadas “ampollas” o pústulas. Dichas ampollas son amarillas, elevadas, de 5 a 10 milímetros de diámetro. Posteriormente, en correspondencia con dichas manchas se observan pústulas blancas sobre la cara inferior de las hojas. Las pústulas pueden coalescer y producir necrosis. A veces las hojas quedan “agujereadas”. Afecta principalmente las hojas inferiores de la planta. También produce manchas aceitosas en pecíolos, tallos y capítulos, con la presencia de oosporas (esporas sexuales) en los tejidos afectados. No se observan esporangios blancos en las lesiones del tallo o peciolo. Las manchas provocadas por la forma sexual, de color oliváceo se observan típicamente en la inserción del pecíolo con el tallo. Esto provoca un secado prematuro de las hojas acelerando el secado.
La fuente de inóculo primaria son las oosporas presentes en los restos de cultivo y los suelos infestados en campañas anteriores.
La fuente de inóculo primaria son las oosporas presentes en los restos de cultivo y los suelos infestados en campañas anteriores. Se cree que las semillas contaminadas, portadoras de oosporas, juegan un rol potencial en la dispersión del patógeno a larga distancia. Estas esporas pueden producir zoosporas (esporas móviles) que penetran por estomas e infectan las pequeñas plántulas de girasol en primavera. Las pústulas que se desarrollan en la cara inferior de las hojas contienen masas de esporangios asexuales secos y blancos. Estas pústulas se rompen para liberar los esporangios que vuelan por el viento y la lluvia, diseminando la enfermedad en el lote.
La infección de las partes florales puede ser muy significativa, encontrándose oosporas en aquenios y brácteas, lo que muestra la creciente importancia epidemiológica de la fase sexual de este patógeno. Los días calurosos y noches frescas favorecen la enfermedad. La infección es dependiente del agua libre proveniente del rocío, lluvia o riego. La temperatura óptima de infección es de 10 a 15ºC y para el desarrollo de la enfermedad entre 20-25ºC.
Entre las principales herramientas de manejo disponibles, la medida preferencial es la siembra de híbridos de girasol genéticamente resistentes. Evaluaciones del USDA han demostrado que la resistencia probablemente esté controlada por varios genes, cada uno de los cuales gobierna la infección de las hojas, el tallo, los pecíolos y los capítulos. Sin embargo, las empresas semilleras no tienen aún incorporado a este patógeno como una prioridad en sus programas de mejoramiento, por considerarse una enfermedad secundaria. Además, la susceptibilidad a la Roya Blanca (P. helianthicola) es independiente de la resistencia que posea un híbrido a la enfermedad más importante “Mildeu o enanismo del girasol”, causado por Plasmopara halstedii, para la que sí existen híbridos resistentes.
Otra medida de manejo frecuente es el tratamiento químico de semillas, siendo el metalaxyl (mefenoxam) un principio activo específico y fungitóxico para este patógeno. Esta práctica permite proteger a las plántulas de girasol durante los primeros estadios vegetativos. No obstante, es probable que las cepas del patógeno puedan estar generando pérdida o reducción de sensibilidad y generación de resistencia a metalaxyl. Por ello, dicho fungicida puede ser complementado con el uso de fosfitos, ya sea en aplicaciones de semilla como foliares, en combinación con fungicidas como el metalaxyl. Los fosfitos son activadores de las defensas naturales de las plantas, y para el caso de los pseudohongos tiene acción fungicida directa. Para aplicaciones foliares, si bien no hay umbrales establecidos, cuanto más temprano en el ciclo del cultivo se detecten las infecciones a través del monitoreo sistemático y se realicen las aplicaciones, mayor será el control de la enfermedad.
Medidas de manejo complementarias incluyen evitar la alta participación de girasol dentro del esquema de rotación, evitar las fechas de siembras tempranas, especialmente en suelos bajos y pesados (alto contenido de arcilla y no roturados), y evitar regar de noche. Otro punto importante es usar sólo semillas sanas, producidas en zonas libres de la enfermedad, lo cual permitirá, en caso de ausencia del patógeno, no introducirlo y, en todos los casos, limitar la introducción de aislamientos más agresivos o más virulentos. Para lograr este último objetivo, será necesario realizar un análisis sanitario de las diferentes partidas.