Entrevista a Luis Urriza Subsecretario de Agricultura del Ministerio de Agroindustria
Por Eliana Esnaola
La agricultura es una de las principales actividades económicas de Argentina ya que no solo abastece al mercado interno sino que el excedente se destina a la exportación y provee las divisas necesarias para financiar el resto de la economía. En este contexto y a días de comenzar 2018, El Economista dialogó con el subsecretario de Agricultura del Ministerio de Agroindustria, Luis Urriza, sobre el crecimiento de la agricultura en el país, la perspectivas para 2018, el impacto de la eliminación de derechos y trabas para la exportación de trigo y maíz y, además, el polémico uso de los agroquímicos.
¿Se mantienen las proyecciones para la campaña 2017/18 anunciadas en noviembre?
No han variado. Hoy, todavía la prospectiva para la campaña que viene sigue siendo parecida a la pasada (136,9) con 137,9 millones de toneladas (M/Tn). Si no hubiese llovido en la mayoría de las zonas los últimos fines de semana, teníamos riesgo de que caiga la superficie con respecto a lo que dijimos en noviembre.
¿Más allá de que en el verano haya pocas precipitaciones?
Seguimos teniendo pronóstico de seca y Niña para enero, con lo cual todo lo que se siembre ahora es más incierto su rendimiento. Hay que dividirlo en dos, respecto a la campaña fina que ya está en cosecha, tenemos bastante certeza y serán 18 M/Tn de trigo y, en relación a la gruesa, en todas las siembras tempranas creemos que habrá rindes promedios de lo que veníamos esperando y en siembras tardías vamos a lograr la superficie, pero hay incógnita sobre el rinde. Aunque esa incógnita es baja porque las siembras tardías son más estables.
¿Qué método utilizan para realizar las estimaciones?
Se llama segmentos aleatorios, es una técnica que incluye análisis de imágenes satelitales, encuestas a informantes calificados y segmentos aleatorios que es un método de muestreo que solidifica los dos puntos anteriores, ya que muestrea el 5% de la superficie de todos los lotes de Argentina. Ese muestreo no existe en casi ningún lugar del mundo. La diferencia entre las estimaciones del Ministerio de Agroindustria y las de otras entidades es ese muestreo del 5%. El resto de las estimaciones realizadas en Argentina utilizan diferentes combinaciones de las dos primeras etapas, pero la fase más cara, más engorrosa y más difícil es la de los segmentos aleatorios y es la que a nosotros nos brinda mayor seguridad. Tenemos muchas similitudes con el resto, compartimos información y metodología, pero esta última parte es difícil que la haga otra entidad que no sea el Estado.
¿Cuál es el balance 2017?
Son varios puntos. En 2017, la agricultura argentina ajustó un poco los números, es un negocio más justo por las variables macroeconómicas y por los valores internacionales. A pesar de ese negocio justo, todavía el productor sigue apostando a crecer y al uso de tecnologías. Si tenemos una campaña igual a la del año pasado y no crecemos entre el 3% y el 5% es por un tema climático y no por el negocio. Del 2016 a este año, seguimos teniendo más ventas de fertilizantes y de maquinarias agrícolas, más uso de agricultura de precisión, aunque quizás el riego es una de las tecnologías que viene creciendo un poco menos de lo que habíamos pensando. Pero, de los diez drivers de la tecnología, el 80% creció en esta campaña. Así que vamos hacer una campaña parecida sino afecta el tema climático.
¿Cómo ve el escenario 2018?
Esperamos crecimientos y los estuvimos viendo con todas las cadenas, con los actores y con las entidades técnicas. Creemos que tiene que ser una campaña en la cual volvamos a crecer alrededor del 5% de la producción total. Decimos esto porque la tasa de adopción de tecnología sigue siendo alta y es otro año más donde no tengo duda que esta gestión va a seguir con un marco lógico para la economía. Estamos de acuerdo con los privados en que vemos lo mismo, y no es algo que sólo pensamos desde el Estado. Básicamente es adopción de tecnología, políticas ya adoptadas que se solidificarán, más algunos ajustes de medidas que estamos trabajando como la reforma impositiva, la Ley de Semillas y la Ley de Fertilizantes, que pueden hacer que el crecimiento se fortalezca y sea mayor.
¿La quita de retenciones al maíz y al trigo desfinanció el Estado?
La respuesta a la baja de las retenciones es que si uno toma el resto de los impuestos que cobró el país y el valor agregado que se generó especialmente en el interior, el balance es positivo. Lo que dejamos de recaudar por retenciones en trigo y en maíz se sobrecompensó con el resto de los impuestos por el crecimiento tremendo que hubo en producción. Además, hay muchos más argumentos y datos concretos: las exportaciones de trigo lograron récord histórico con 12,5 M/Tn y las de maíz también están encaminadas a conseguir récord histórico con 27 M/Tn aproximadamente. Por otro lado, en torno a cómo se distribuye mejor el ingreso entre grandes y pequeños productores, la quita de las retenciones al trigo y al maíz tuvo mayor impacto en los pequeños productores y en el interior del país que en zonas núcleo y de grandes productores. Es todo el efecto contrario de lo que la gente cree. A los grandes pools por supuesto que también les mejoró el negocio, pero le mejoró más al pequeño productor del interior del país, por ejemplo el del NOA que no podía sembrar maíz porque el negocio no le cerraba y hoy siembra 100 hectáreas. Es más grande el impacto cuantitativamente.
¿Qué hay detrás de la baja de las retenciones a la soja?
Es importante que la comunidad sepa que las retenciones a la soja todavía existen y son del 30%. Una retención altísima. El compromiso de nuestra gestión fue bajarlas y, sin embargo, en 2017 les tendríamos que haber quitado el 5 puntos. A pesar de que era una promesa de campaña, nos parecía razonable retrasarlas un año. Por eso, la baja del 5% que tendríamos que haber hecho en 2017 la pasamos al 2018 y además, le dimos previsibilidad a la comunidad y al sector de que a partir de enero se baja medio punto por mes. Tenemos una política de previsibilidad con este Gobierno cumpliendo las dos cosas: la promesa de campaña plasmándola en algo que ya es ley, que es la baja de medio punto, y segundo, dándole previsibilidad al sector para que vuelva a cumplir la regla, que cuando le bajamos los impuestos, el sector reacciona con producción y tiene más impacto en el interior. La gente tiene que entender que la agricultura es anual, pero el productor, la producción argentina y la rotación de cultivos es a largo plazo y para que el negocio funcione se tiene que hablar de largo plazo. Venimos de los peores doce años de la historia en términos de previsibilidad y tuvimos las peores rotaciones en 2011, y todo eso lo estamos revirtiendo.
¿Cuál es la reflexión de Agroindustria respecto al uso de fitosanitarios?
Los fitosanitarios son una herramienta dentro de un paquete en el que Argentina es uno de los líderes mundiales, y prescindir de una herramienta no es bueno. No pasa en casi ningún lugar del mundo. Salvo los países ricos que prescinden de los fitosanitarios porque es una estrategia comercial en contra de los países que somos productores de alimentos. Considerando que es una herramienta imprescindible lo importante es que el Estado esté presente. En los últimos años, no tomó esa posición. Tiene que estar presente porque un producto fitosanitario mal usado tiene sus riesgos y para minimizarlos debe haber una legislación.
¿Cómo trabajan esa presencia?
Con el Estado estamos mejorando la legislación y, a su vez, estamos por sacar una resolución conjunta con el Ministerio de Ambiente con el fin de brindar los marcos necesarios para que las provincias mejoren. Además, hay muchos Estados provinciales que tienen delegados en los municipios y sería importante que también accedan a la legislación en la cual tenemos que cumplir dos premisas: trabajar con productos fitosanitarios de manera responsable y con buenas prácticas y con control del Estado. Este es el paquete que debemos lograr como país y no entrar en prohibiciones que no tienen sentido. Todos tenemos productos fitosanitarios en nuestras casas, como insecticidas, piojicidas y hay que usarlos de manera responsable. En el campo, el productor también tiene que ser responsable, pero está faltando más control del Estado, así que nuestra política es poner al Estado controlando esas buenas prácticas agrícolas, ofreciendo más herramientas y sancionando al que lo hace mal. Estamos trabajando en una ley más moderna de aplicaciones que acompañe el avance de la tecnología, y esperemos que en el corto plazo podamos sacar la resolución con Ambiente y modernizar el marco de discusión.