El estudio plantea que el glifosato es un producto usado ampliamente en la agricultura de muchos países, en un amplio rango de cultivos y usos, siendo una pieza fundamental en los cultivos genéticamente modificados. Estos cultivo alcanzaron en 2015 la superficie de 147.9 millones de hectáreas, incrementándose en 200 veces desde sus inicios en 1996, donde sólo representaban 0.7 millones de hectáreas.
El impacto a nivel de productor sería debido a la difusión de este tipo de cultivos resistentes al glifosato. La pérdida a nivel del productor generaría una perdida global en el ingreso de los productores de 6.76 billones de dólares (Gráfico 1), y menores niveles globales de soja, maíz y canola iguales a 18.6 millones de toneladas, 3.1 millones de toneladas y 1.44 millones de toneladas respectivamente. A su vez, habría una pérdida ambiental anual debida al incremente neto en el uso de herbicidas de 8,2 millones de kg de principio actico (+1.7%) y un impacto ambiental neto negativo del 12%, medido con un coeficiente de impacto ambiental.
Pérdidas anuales a nivel de productor si se dejara de utilizar glifosato, detalle por país
También, habría emisiones de carbono adicionales por el incremento en el uso de combustible, y una disminución en el secuestro de carbono, equivalente a sumar 11,77 millones de autos en las rutas (por ejemplo, esa cifra es similar a la cantidad total de vehículos que circulan en Argentina).
Considerando como influye el impacto a nivel de productor en el bienestar global (calculado a través de un modelo GTAP-BIO), se señala que la producción global de soja y colza caerían 3.7% y 0.7% respectivamente, parcialmente compensado por un incremente en otros aceites (incluyendo el aceite de palma). Se esperaría que se incremente el precio mundial de todos los granos, aceites y azúcar, en especial la soja (5.4%) y la colza (2%). El impacto en el bienestar global sería de una caída en 7,4 billones de US$ por año. Por otro lado, el uso de la tierra se incrementaría con una utilización adicional de 762.000 hectáreas para cultivo, de las cuales el 53% corresponderían a la utilización de nuevas tierras. Incluyendo en estas 167.000 has por deforestación. Los cambios en el uso de la tierra inducirían a la generación de 234.000 millones de kg adicionales de emisiones de CO2.
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