El manejo que hacen Angel y Juan Pablo Goujón en Colonia Elisa, en el centro-este de Chaco, no es ni más ni menos que ajustar, de forma muy estricta, los factores que definen, limitan y reducen el rendimiento. Para ellos, la estrategia para las siembras tempranas es 70% de la superficie con maíz y sorgo y 30% con oleaginosas. Juan Pablo explica que una siembra temprana de soja significa sembrar grupos de soja III largos y IV cortos, a una alta densidad que, a su vez, va aumentando en la medida que se retrasan de la fecha óptima de siembra de finales de julio y principios de agosto, y puede significar implantar, en un caso extremo, hasta 600.000 semillas/ha. Agrega que el manejo de maíz de primera es muy similar al de la Zona Núcleo. “Se manejan híbridos templados, sembrados a partir del 10 de agosto y con un densidad de 60.000 a 65.000 plantas”, dice.

Por otro parte, el cuidado sanitario de este cereal implica seleccionar materiales resistentes a Spodoptera (hay una alta presión en la zona) y la aplicación del 70% al 80% del fertilizante nitrogenado a la siembra, con dosis objetivo de 100 a 120 unidades de nitrógeno.

En el caso del sorgo, continúa, el ciclo elegido es corto para no retrasar la fecha de cosecha y se siembran a razón de 250.000 a 280.000 semillas/ha. Para los cultivos de primera se aplica glifosato con doble propósito: adelantar el secado y comenzar con barbecho químico para el siguiente cultivo. Respecto a la soja de segunda, seleccionan materiales más largos, del grupo VII y VIII, con una densidad mucho menor con respecto a los de primera. Aunque Juan Pablo aclara: “En la medida que vamos sembrando en enero, las densidades aumentan; entonces podemos comenzar sembrando 250.000 semillas y terminar las labores dosificando 350.000”. Por último, también subraya los cambios en el maíz de segunda. “Para estas fechas apostamos a la genética tropical, bajamos la densidad a 50.000 semillas/ha y las unidades de nitrógeno final, ya que el cultivo tiene una menor expectativa de rendimiento”.