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Más atentos a la soja en su etapa crítica

Los bajos aportes de precipitaciones en la Zona Núcleo encienden las luces de alerta. Estas luces están indicando, por un lado, la llegada del periodo de crítico del maíz y la soja de primera con escasa agua disponible y, por otro, también marcan posibles riesgos de ataques de insectos, como los trips.

Las lluvias débiles registradas durante la primera quincena de diciembre ocasionaron que los cultivos, que están entrando en el período crítico y al mismo tiempo atraviesan una etapa de máximo crecimiento, consumieran las reservas hídricas que acumularon durante el último mes.

Por otra parte, de acuerdo al departamento de zoología agrícola de la agencia Venado Tuerto de INTA, las actuales condiciones climáticas favorecen la proliferación de estos insectos. Estos, muy conocidos en la campaña 2008/09, también en ese momento favorecidos por la sequía, tienen un aparato bucal que provoca un raspado de la superficie foliar, con la consecuentemente muerte de la hoja. Mediante este daño es que se afecta el rendimiento, detalla el informe. Asimismo, el roído sobre la hoja es uno de los principales parámetros para la determinación del control ya que el insecto tiene un dimuto tamaño para realizar su conteo. Entonces, con el 75% de daño en las hojas o, en su defecto, 8 trips por hoja, se debe proceder a la aplicación, advierte el informe. En referencia a la aplicación agrega que, a causa de la falta de insecticidas específicos para el tratamiento, son recomendables los productos que están registrados para los cultivo de algodón o frutales.

Por otra parte, y ya con registros de ataques en la zona de influencia de Venado Tuerto, se presentó la oruguita de la verdologa.

El adulto de este lepidóptero, explica el informe, son pequeñas polillas de hábito noctuno, de entre 2 a 2,5 milímetros, de color pajizo y con un característica franja que forma una “V” invertida.

Las larvas de este insecto, son unas orugas de color verde a verde amarillento, también con una longitud de 20 a 22 mm. Estas formas inmaduras son muy activas y tejen una tela de seda envolviendo las hojas atacadas. De esta manera arman su refugio, donde se esconden y se alimentan del mesófilo de las malezas o de cultivos como la soja, la alfalfa o el girasol.

El infome además indica que hay muchos insecticidas registrados para el tratamiento de esta plaga y, además, dice que el control no es un inconveniente cuando las plantas se encuentran completamente desarrolladas.

Sin embargo, destaca el trabajo que no ocurre lo mismo cuando los ataques son muy tempranos, cuando las larvas provenientes de las malezas tejen telas muy densas a nivel del suelo. En estos casos, para facilitar el control se sugiere el uso de productos tensioactivos que mejoren el contacto del producto insecticida con las larvas.

No hay que descuidarse porque las plagas no esperan y, a los cultivos que pueden entrar en un etapa estresante por la falta de lluvias, hay que cuidarlos mucho más. Así las mermas por los posibles daños de los insectos repercutirán menos en los rendimientos potenciales.

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