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Este año, los productores hicieron más análisis de suelos

Este año, el cambio de ánimo de los agricultores argentinos derivó en el ajuste de sus decisiones técnicas y económicas, y también este buen momento influyó sobre las buenas prácticas agrícolas.

De acuerdo a un sondeo que hizo Clarín Rural, los productores se preocuparon más por sus suelos durante el 2016 y enviaron más muestras de ellos a los laboratorios agrícolas para hacer un diagnóstico certero de la fertilidad química con la que comenzaban la campaña. 

Seguramente, esto también es un síntoma claro de la mayor aplicación de fertilizante que se espera para esta campaña.Nahuel Reussi Calvo es coordinador técnico de Fertilab, un laboratorio del sudeste bonaerense, que recibe muestras de distintas zonas de la región pampeana. El experto destaca que esperan analizar un 20 por ciento más de muestras de suelos que el año pasado. Reconoce, asimismo, que aun están un 30 por ciento por debajo de lo que sucedía en los “mejores” momentos. 

Reussi Calvo aclara que el trigo y el maíz son los dos cultivos que están motivando tomar más muestras de los suelos, en cambio, no ocurrió lo mismo en la precampaña sojera. “Considero, igualmente, que los productores aplicarán más fertilizante para la siembra de la soja, sin llevar adelante un diagnóstico. La buena relación de precios grano/fertilizante favorece este tipo de decisiones”, reflexiona el especialista.  

Justamente, este contexto se vincula con los datos de consumo de fertilizante que manejan algunas entidades asociadas a las empresas de fertilizantes, como Fertilizar Asociación Civil o la Cámara de la Industria Argentina de Fertilizantes y Agroquímicos (CIAFA). Estas sostienen, de manera anticipada para este año, que el consumo será de unas 3,4 millones de toneladas, aproximadamente, un millón más de toneladas respecto a 2015.

Por último, el Reussi Calvo brinda algunos datos interesantes respecto a las preocupaciones de los productores. Dice que ya hay más agricultores que muestrean sus suelos y los analizan para conocer la dotación de macro y micronutrientes. “Los niveles de sulfatos, el zinc en maíz o el boro para girasol son pedidos de rutina. También piden un análisis del nitrógeno anaeróbico, que representa una estimación de aquel que se mineralizará durante el ciclo del cultivo. Esto es para conseguir un mejor ajuste de la dosis de este nutriente”, concluye. 

Esto que cuentan desde el sur de la provincia de Buenos Aires, tradicional zona triguera, también se condice con lo que está ocurriendo en el sudeste cordobés, histórica región maicera. En este último caso, el laboratorio de suelos del INTA Marcos Juárez, que recibe muestras de esa zona de influencia, aporta datos similares. Claudio Lorenzón, técnico a cargo de él, destaca el repunte de muestras. 

“Este año, registramos un 30 por ciento más que el año pasado”, comenta. El sostiene que es necesario “segmentar” , en función de lo que viene sucediendo. “Hay productores que sistemáticamente envían muestras de suelos todos los años para ir haciendo un seguimiento, mientras que  hay otros que vuelven cada cuatro a cinco años”, se lamenta. Según Lorenzón, se percibe, de acuerdo a los suelos analizados, que en los últimos años hay un empobrecimiento de la fertilidad química, con caídas aguadas de los niveles de fósforo, aun gracias a la siembra directa se mantiene estable el contenido de materia orgánica y hay un creciente interés por conocer los niveles de azufre. 

Al mismo tiempo, dice, que debido a los problemas de excesos hídricos de esa región o el aumento de los niveles de la napa freática, los productores están muy preocupados por la salinización de sus suelos, así como también por el progresivo aumento de la acidificación. Esto último como consecuencia del significativo aumento de los rendimientos de los cultivos, acompañado por la pérdida de ciertos nutrientes como son el calcio o el magnesio. 

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