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Respuesta al agregado de Magnesio en soja en ambientes de alta producción

Frente a este panorama de amplio predominio de la actividad sojera, y mientras  se observa un incremento constante en los rendimientos de los cultivos, la aplicación de fertilizantes es deficitaria, generándose un balance negativo de nutrientes en el suelo. Como agravante, esta reposición parcial es casi exclusiva para los nutrientes considerados tradicionales, como nitrógeno (N), fósforo (P) y azufre (S). Se estima que, para el año 2011, la relación entre cantidades aplicadas y cantidades removidas fue de 0.43 para N, 0.70 para P, 0.02 para potasio (K) y 0.50 para S (García, F y M. González Sanjuan, 2013).

La intensificación agrícola con la inclusión de leguminosas y de gramíneas  permite hacer un uso más eficiente de los recursos (suelo, agua, insolación) y contribuiría para una mayor sustentabilidad, debido a los mayores aportes de materia orgánica y al efecto de las raíces de las gramíneas sobre la porosidad del suelo. La inclusión  de gramíneas en la rotación contribuye a generar un mejor ambiente productivo para el cultivo de soja, permitiendo a este cultivo expresar un mayor potencial de rendimiento  (Gerster, G. y S. Bacigaluppo, 2012)

Es de esperar entonces que la exportación campaña tras campaña de otros nutrientes no considerados en el esquema tradicional de fertilización pueda generar nuevas deficiencias para los cultivos, tal como ya ocurriera en la década del 90 con el azufre en el sur de Santa Fe. En ambientes de alta producción de soja, donde la demanda de nutrientes se incrementa, estas deficiencias podrían ser más manifiestas.

 

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