La sanidad es un factor determinante en el rendimiento y la estabilidad de cultivos de invierno, como trigo y cebada. Ensayo realizados por especialistas del INTA Pergamino –Buenos Aires–, demostraron que con el uso de fungicidas foliares los cultivos rinden hasta un 15 % más, según perfil sanitario del cultivar y las condiciones ambientales, lo que significa que se pueden evitar pérdidas de hasta 1.200 kilogramos de granos por hectárea.
Lucrecia Couretot, especialista en manejo de enfermedades de esa unidad del INTA, aseguró que es fundamental “conocer el perfil sanitario de los cultivares, así se podrán intensificar monitoreos en aquellas variedades susceptibles y moderadamente susceptibles, y tener en cuenta el rendimiento potencial del cultivo”.
El uso de umbrales es una herramienta eficaz para la realización de controles oportunos. “El tipo de fungicida a utilizar debe ser eficiente frente a las principales enfermedades presentes en el lote, para lo que es importante asesorarse en este tema con un especialista”, señaló Couretot.
De acuerdo con datos de la última campaña, el trigo –con una severidad de roya del tallo y de la hoja del 60 %– rindió 924 kilos más por hectárea a partir de la aplicación de fungicida. En cambio, la cebada –con una severidad de manchas foliares del 55 %– mostró una mejor respuesta a la aplicación de productos, debido a que el grano rindió 1.281 kilogramos más por hectárea.
“En esta época del año los cultivos se encuentran en encañazon o comienzos de floración por lo que muchos se encuentran dentro del periodo crítico”, indicó la especialista del INTA quien recordó que el período que va desde 20 días previos a 10 días posteriores a la floración se denomina período crítico porque es donde se define en gran porcentaje el número de granos por unidad de superficie, principal componente del rendimiento en grano del cultivo.
En este sentido, Couretot destacó la importancia del monitoreo. “Las hojas superiores constituyen la mayor fuente de carbohidratos para este período particular y para la etapa de llenado de grano, por lo que la visita a campo le permite al productor conocer el estado sanitario y diseñar la mejor estrategia para la prevención y control de enfermedades”.
Para la evaluación de los umbrales de control y la definición de estrategias de aplicación, Couretot aclaró que es importante identificar el grado de incidencia –total de hojas monitoreadas afectadas– y el de severidad –qué porcentaje de cada hoja está perjudicada –.
De acuerdo con Couretot, en un contexto de excesos hídricos la estrategia tendrá que enfocarse en el manejo integrado de enfermedades. “Esto significa monitoreo permanente, detección temprana y diagnósticos precisos de enfermedades, uso de umbrales y control con fungicidas”, expresó.
Por otro lado, la especialista del INTA puntualizó en la necesidad de “identificar correctamente las enfermedades”, y agregó: “para evitar confundir dos que tengan síntomas parecidos es importante la capacitación y el envío de muestras a los laboratorios”.
Manchas y royas
Las precipitaciones de los últimos meses favorecieron la aparición y el progreso de manchas foliares, especialmente en aquellos lotes sembrados con variedades susceptibles. En ese sentido, Couretot explicó que “en trigo observamos plantas afectadas con mancha amarilla en niveles moderados y altos; mientras que en cebada aparecieron mancha en red, común y tipo spot”.
En cuanto al control, la especialista del INTA aseguró que en cebada es más complicado debido a que hay escasa variabilidad genética.
En cuanto a royas, durante los últimos días se dieron condiciones ambientales que favorecieron el progreso de roya de la hoja (Puccinia triticina) en variedades susceptibles. “Esperamos que las aplicaciones realizadas, hasta y durante este estadio, sean las que mayor impacto logren en el rendimiento”, indicó Couretot quien aseguró: “Se observó la presencia en bajos niveles de incidencia y severidad de roya del tallo del trigo o roya negra del trigo (Puccinia graminis) en cultivares susceptibles”.
La roya negra del trigo es una enfermedad que está presente en la zona relevada en las últimas cuatro campañas; aunque sus ataques se observaban hacia el final del ciclo con pústulas no solo en la vaina del tallo sino también en la lámina foliar. “Este incremento en la frecuencia y distribución de la enfermedad en la zona podría deberse a la amplia difusión de cultivares de trigo que no son portadores de la translocación cromosómica entre trigo y centeno conocida como ´1B/1R´ que contiene el gen Sr31 efectivo frente a muchas razas de este patógeno”, explicó Couretot.
De acuerdo con la especialista del INTA Pergamino, “el uso de los perfiles sanitarios es una herramienta muy valiosa que permite conocer el comportamiento probable que tendrán los cultivares en una determinada zona”. De esta manera, es posible definir anticipadamente escenarios productivos en los que se podrán o no requerir aplicaciones de fungicidas. Sin embargo, “el monitoreo es fundamental para detectar casos en los que se pueda haber quebrado la resistencia de algún cultivar”, aseguró.
Modelos para predecir enfermedades
En el Instituto de Clima y Agua de INTA Castelar se desarrollaron varios modelos de predicción de la fusariosis de la espiga (FET). Se trata de una herramienta que busca apoyar la definición de estrategias de manejo y toma de decisión para el control químico.
Según Malvina Martínez, especialista en el desarrollo de modelos de predicción, “a través de diferentes técnicas estadísticas se lograron construir modelos que predicen la incidencia de la FET, el índice de fusarium (incidencia por severidad) y también el contenido de la toxina deoxinivalenol (DON)”.
Asimismo, Martínez explicó que diferentes mapas de riesgo e información sobre los eventos infectivos están disponibles a partir de octubre de cada año. Además, a partir de 2015 se encuentra publicada una plataforma web donde mediante la selección de la estación meteorológica más cercana al sitio de interés que, sumado a la fecha de comienzo de espigas con anteras, muestra un gráfico de evolución del índice de fusarium.
La fusariosis de la espiga (FET) es una enfermedad causada predominantemente por el hongo Fusarium graminearum. Es común en áreas de cultivo de trigo húmedas y semihúmedas. En la Argentina, en la última campaña, las pérdidas de rinde en trigo oscilaron entre 10 % y 30 % en Marcos Juárez –Córdoba– y en Oliveros –Santa Fe–. (Fuente: INTA)