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En cebada, asoman las opciones

Mientras el trigo retrocede fuertemente en su área de siembra afectado por años de restricciones que minaron la confianza de los productores, muchos optarán en esta campaña por sembrar otros cultivos de invierno, entre los cuales la cebada presenta las mayores perspectivas de incremento.

En la última década, este cereal viene incorporando unas 40.000 hectáreas nuevas por año. Y para este ciclo se proyecta un incremento de 30% de la superficie sembrada, para llegar a 1,5 millón de hectáreas.

“La explosión que viene teniendo la cebada en los últimos años se relaciona con un aumento de la producción local de malta, que en gran parte va a la exportación y ya no está necesariamente atada a los contratos con las malterías”, dijo Pablo Prystupa, de la cátedra de Fertilidad y Fertilizantes de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA).

“También hubo una expansión muy importante de la demanda internacional, con la apertura de un nuevo mercado, Arabia Saudita, que si bien hasta el momento representa una porción menor de las exportaciones, ya está cambiando la lógica del cultivo en la Argentina, porque no compra la cebada para hacer malta sino para forrajes”.

De acuerdo al uso que se le va a dar a la cebada, los requisitos de calidad que se tienen en cuenta durante la comercialización varían . Entre otras características, la cebada cervecera tiene importantes bonificaciones cuando el contenido proteico de los granos se encuentra entre el 11% y el 12%. En la cebada forrajera esta característica no se tiene en cuenta. Esto tiene un impacto importante a la hora de fertilizar el cultivo.

Junto a un grupo de especialistas en fertilización del INTA, la FAUBA realizó una amplia red de experimentos de fertilización en cebada en la provincia de Buenos Aires.

“Observamos que la dosis de nitrógeno que requieren los cultivos varía de acuerdo a las lluvias. En condiciones de buena disponibilidad de agua, la cebada requiere entre 110 y 120 kilos de nitrógeno (sumando el nitrógeno en el suelo a la siembra hasta 60 cm de profundidad más el aportado por el fertilizante). Los requerimientos para alcanzar el máximo rendimiento parecen ser algo inferiores a los del trigo. Si sólo estamos pensando en producir cebada forrajera, podríamos seguir este criterio”, dijo Prystupa.

Además, explicó: “Para producir cebada cervecera debemos pensar también en las proteínas del grano. Los requerimientos para alcanzar un adecuado contenido proteico variarán de acuerdo al rendimiento. Hemos observado que para obtener un contenido proteico del 11% el cultivo deberá disponer (entre el suelo y los fertilizantes) de 30,8 kilos de nitrógeno por tonelada de grano. Si se estima que se obtendrá un rendimiento de 4.500 kilos, por ejemplo, deberíamos disponer de 138,6 kilos de nitrógeno. Si en lugar de un contenido proteico de 11% queremos obtener 12% de proteínas se deberá disponer de 40 kilos de nitrógeno por tonelada de grano: subir el contenido proteico de los granos no es barato”.

Si bien los estudios continúan, se observó que la respuesta a la fertilización fosforada en cebada guarda muchas similitudes con la del trigo. Se deberían fertilizar todos los suelos que tengan contenidos de fósforo extractable menor a 15-18 partes por millón. Para reponer el fósforo que se lleva del lote una tonelada de cebada es necesario aplicar 3 kilos de fósforo por hectárea, alrededor de 15 kilos de superfosfato triple o fosfato diamónico.

Producir cebada de calidad cervecera en lugar de forrajera puede ser algo más caro pero tiene dos ventajas. En primer lugar, el precio obtenido es mayor. La diferencia de precios varía según el mercado, no siendo extraño que las diferencias sean del orden del 10% o el 20%.

En segundo lugar, la producción nacional de cebada cervecera es mucho mayor que la de la forrajera, por lo cual se dispone de un mercado más amplio donde ubicar el producto.

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