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El futuro del acopio está en las Buenas Prácticas

La Federación de Acopiadores, el IRAM y el INTI firmaron un convenio de cooperación que formaliza la aplicación de un manual de trabajo para las más de 1000 empresas del rubro que existen en el país.

La implementación de un manual de Buenas Prácticas Agrícolas en el acopio contempla una serie de procedimientos clave que permiten mitigar el impacto ambiental, asegurar el cuidado de las personas y la calidad de los granos que pasan por las plantas, además de afianzar el nivel de la marca argentina en el mundo.

Los directivos presentes insistieron en que trabajar bajo este sistema eficientizará las tareas y mejorará el producto, y por ende a la empresa, y explicaron que su ausencia también afecta a la ganancia de las firmas. "A veces no se tiene idea de la cantidad de kilos que se pierden por un mal secado", dijo Fernando Rivara, presidente de la Federación de Acopiadores.

Otro beneficio se vincula directamente con la calidad. Para Nicolás Apro, director del Centro de Investigación y Desarrollo en Tecnología para Industrialización de Cereales y Oleaginosas del INTI, es fundamental lograr imponer la imagen de que las 140 millones de toneladas de granos que se quieren producir serán de calidad premium.

El Manual de Buenas Prácticas para el acopio involucra a todas las áreas de la empresa, desde la gerencia hasta los empleados. Los requisitos generales y la higiene de los establecimientos, la limpieza de los equipos y herramientas, la manipulación de desechos, productos químicos y otras sustancias peligrosas, el manejo de productos fitosanitarios y fertilizantes, la higiene del personal y los requisitos sanitarios, del almacenamiento, acondicionamiento y transporte, son algunos de los ítems más importantes que se repasan en el documento.

Un caso testigo

Una de las pioneras en incorporar las buenas prácticas agrícolas al sector del acopio es La Bragadense, una empresa familiar con más de 45 años de trayectoria. En marzo de 2006 la firma consiguió certificar por primera vez la Norma de Calidad IRAM NM 324, que posee alcance internacional y les permitió mejorar los procesos y calidad de su trabajo, logrando a la vez una mayor sustentabilidad con el medio ambiente.

Agustín Otaegui, gerente de acopio de la firma, explica que tomar ese camino simplificó algunas tareas. "Hace trece años estábamos en pleno crecimiento y abriendo sucursales pero acumulando problemas cotidianos que ya eran inmanejables", cuenta, y remarca que certificar Buenas Prácticas implica un proceso de mejora continua, donde la capacitación sobre los recursos humanos es sumamente importante.

Hoy, la compañía cuenta con un sistema confiable que se repite en cada una de las nueve plantas que posee en distintas localidades del centro-norte de la provincia de Buenos Aires. El ejecutivo confirmó que todos los procesos se empezaron a hacer de forma rutinaria. Por ejemplo, las herramientas de trabajo -ya sea un medidor de humedad, una balanza o un baldador- se deben controlar de manera periódica y estandarizada. Y debe volcarse toda la información a un registro que esté a la vista de todos.

En definitiva, buscan que se entienda que la calidad no es un atributo que se circunscribe exclusivamente al producto, sino también a todos los procedimientos y lugares por los que pasa el grano.

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