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Sugieren soluciones para el "mal del replante" en durazneros

El cultivo del duraznero está restringido básicamente por condiciones de suelo. Aquellos suelos arcillosos (pesados) o arenosos (pobres), son parte de las principales adversidades del cultivo. Otra complicación para el desarrollo de esta especie es el denominado “mal del replante”, que ocurre cuando se repite el cultivo de la misma especie sobre el mismo suelo.

En Argentina, el uso de portainjertos o patrones está limitado a dos o tres cultivares, como Nemaguard, Nemared y un cultivo local, menos difundido, conocido como Cuaresmillo. Estos portainjertos se multiplican por semilla pero generalmente no están adaptados a suelos con pobre drenaje y a suelos pesados, a la vez que presentan reducido crecimiento en suelos de muy baja fertilidad y en casos de replantación.

Los problemas de muerte de plantas, mal crecimiento, clorosis, escasa respuesta al raleo y otros inconvenientes pueden deberse a una mala elección del patrón. Asimismo, la elección de uno u otro patrón o pie dependerá de la condición en la cual se inicie la plantación. En este sentido, cabe apuntar que una errónea decisión en el momento de plantación en relación al terreno y el portainjerto, inducirá problemas en las plantaciones a lo largo de toda la existencia del monte frutal.

Todas estas variables han sido motivo de investigaciones por más de una década en la Estación Experimental Agropecuaria Junín INTA.

Problemas de replante

El  Ing. Agr. Antonio Weibel, del área de Fruticultura de esa unidad, señala que “la reimplantación de montes frutales con la misma especie involucra la enfermedad conocida como mal del replante, fatiga o cansancio del suelo; y reconoce que “es un problema en todas las áreas frutícolas del mundo, incluido nuestro país, donde cada vez es más frecuente la reimplantación total de montes de durazneros con idéntica especie, así como la sustitución de plantas envejecidas aisladas, por nuevas”.

El problema del replante implica mortandad de plantas, reducción de crecimiento radicular y aéreo, mayor susceptibilidad a plagas y enfermedades, clorosis (amarillamiento) y disminución de la producción, especialmente en los primeros años.

Esta enfermedad, presente en frutales como manzano, peral, cerezo entre los más afectados, se hace más notoria en duraznero.

El replante involucra factores diversos, entre los cuales se establece una compleja relación.

Intervienen factores de tipo agronómico: nutricionales, hídricos, degradaciones, compactaciones y acumulaciones de pesticidas, entre otros. A estos se suman los efectos producidos por bacterias (agalla de corona), hongos y nemátodes. Por otro lado, la presencia de fitotoxinas, sustancias químicas producidas por las raíces del duraznero, constituye una de las principales causas del problema.

El empleo de biocidas (nematicidas, bactericidas, fungicidas), si bien produce una mejora en la situación de la planta joven no constituye una solución definitiva. Por otra parte, el uso de estos biocidas, además de ser en algunos casos poco económico, es actualmente muy resistido por los residuos y perjuicios ambientales que muchos de ellos traen aparejados. Se presenta entonces la alternativa de ofrecer portainjertos tolerantes al mal del replante.

Experiencias

Con el objeto de analizar los efectos del replante, técnicos de la EEA Junín INTA iniciaron, en la década del ´90, dos ensayos  en la zona Este de Mendoza. Uno en el predio de esa Experimental y otra en la finca de un productor en Divisadero. Trabajaron en un monte de duraznero de 20 años de edad, implantándose en el mismo terreno un ensayo de portainjertos para duraznero. La cultivar injertada fue Carson, de durazno para industria.

Se emplearon los siguientes portainjertos: Nemaguard, un portainjerto con resistencia a nemátodes agalladores; Nemared, resistente a nemátodes, similar a Nemaguard;  Hansen 536 y Hansen 2168, resistentes a nemátodes y vigorosos; Garfinem Nº1 y Garfinem Nº3 (con iguales virtudes que los anteriores); Barrier 1, resistente a nemátodes agalladores y de buen vigor; Mr S 2/5, de vigor medio; y  San Julián 655-2, uno de los portainjertos de menor vigor disponible para duraznero.

Portainjertos recomendables

Considerando la producción por año y acumulada y la mortandad de plantas, los portainjertos más empleados en nuestro país, Nemared y Nemaguard, no mostraron condiciones para superar una situación de “replante de suelo” tal como la planteada en este trabajo.
Los híbridos almendro - duraznero Garfinem Nº3 y Garfinem Nº1 que combinaron alta supervivencia, buen crecimiento y elevada producción, se destacaron del resto.

Tanto Hansen 536 como Hansen 2168 mostraron buenas cosechas pero se vieron limitados por una considerable mortandad de plantas. Mientras que la baja mortandad observada en Barrier sumada a un incremento importante de producción año tras año, determina un buen comportamiento en estas condiciones. En todos los casos, el nivel de producción se relacionó con el tamaño de planta.

El informe del Ing. Weibel consigna que “dadas las condiciones de los presentes ensayos (suelos franco arenoso o arenoso), los resultados alcanzados por los híbridos almendro-duraznero, especialmente Garfinem 3 y Garfinem 1, fueron altamente satisfactorios”. Agrega que “estos portainjertos son recomendables en condiciones donde no se emplean biocidas, con presencia de nemátodes y en el caso particular de suelos arenosos a francos-arenosos”.

Experiencias de otros estudios locales indican que portainjertos como Hansen 536 y 2168, debido a la alta susceptibilidad a agalla de corona y Phytopthora, son materiales poco recomendables para nuestros suelos. El híbrido GF 677 mostró también una alta susceptibilidad a agalla de corona y nemátodes, por lo cual también resulta muy vulnerable para la mayoría de nuestras condiciones.

Los estrechos márgenes con los que se maneja la producción frutícola actualmente determinan la necesidad de encontrar respuesta a muchos problemas. Una mayor oferta de portainjertos de duraznero contribuye a solucionar, además del problema del replante, otras limitantes presentes en nuestras áreas frutícolas, tales como suelos pobres (arenosos) o pesados (arcillosos), déficit hídrico, salinidad, presencia de plagas y enfermedades, lo que permitiría además el aprovechamiento de terrenos marginales.

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