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Cultivos de servicio: alternativa para el control de malezas

El panel “Hacia sistemas más diversos para disminuir el problema de la maleza II” que tuvo lugar en el marco del XXV Congreso Aapresid “Kairós, el tiempo de los nativos sustentables” estuvo orientado a buscar soluciones no focalizadas en la enfermedad, es decir, no relacionadas con solucionar un problema ya establecido, sino con pensar prevenciones y medidas posibles desde la salud del ecosistema, para que ese problema no llegue a convertirse en tal. Para ello la propuesta fue cambiar la manera de pensar las soluciones, no reduciendo las posibilidades a los recursos químicos, sino probando también con estrategias ligadas a la agricultura de conservación.

Al respecto el primer panelista, Gervasio Piñeiro, docente de la cátedra de ecología de la FAUBA, explicó sobre el concepto de cultivos de servicio (CS), es decir, cultivos que no se cosechan, sino que se siembran en pos de brindar algún servicio.

Un ejemplo son los cultivos de cobertura, como la avena, que sirven para proteger el suelo en invierno. También se puede lograr el control de las malezas, la provisión de nutrientes o la regulación de las napas a través de los CS. “No nos olvidemos que estamos produciendo en ecosistemas con sus reglas y propiedades por tanto tenemos que usar la ecología a nuestro favor, para entenderlos y producir más desde una mirada ecológica”, resaltó Piñeiro haciendo un llamado de atención a la comunidad de productores que, según entiende, muchas veces olvida la complejidad del ambiente en el que trabaja, y cuyas acciones tienen impactos reales sobre la calidad de vida de tales ambientes, lo cual inevitablemente genera bajos en los rindes e impactos ambientales nocivos que le perjudicarán el día de mañana si no se lo regula correctamente. “tenemos que cambiar la forma que pensamos: no sólo cosechamos granos sino también cosechamos un ecosistema complejo”, concluyó.

A modo de ejemplo el expositor detalló experiencias comprobadas en dónde el uso de CS generó mejores rindes en la producción y con bajo impacto ambiental, demostrando además que rentablemente eran más convenientes, incentivando a los productores a aventurarse a este cambio grande de paradigma y probar sus resultados.

En la misma línea, Sarah Singla, productora y vicepresidente de APAD (Asociación para una agricultura durable de Francia), invitó también a los productores a probar nuevos caminos en el control de malezas dado que las resistencias a los herbicidas son cada vez mayores y quizás sea momento de alternar la estrategia. Para ello, Singla detalló experiencias positivas en el uso de cultivos de cobertura en Francia, como método herbicida natural.

El cultivo de cobertura propone sembrar un cultivo alternativo entre las hileras del cultivo principal a fin de lograr que el suelo quede protegido de las malezas ofreciéndole una competencia de luz. Dado que una de las fuentes de crecimiento de la maleza es la buena condición fotosintética, un cultivo que ocupe ese espacio le impediría a la maleza desarrollarse. 

La productora reconoció que existe un prejuicio en torno a este tipo de sistemas, dado que implica la siembra de un cultivo que luego se va a desaprovechar, pero invitó a los productores a entender que se trata de una inversión conveniente ya que ahorra impacto ambiental, genera mejor rotación de cultivos, aumenta la diversidad de nutrientes, y permite la siembra durante todo el año, utilizando al máximo la energía disponible.

Asimismo ahorra el uso de herbicidas y el gasto que estos implican y asegura que si bien el cultivo de cobertura se desperdicia, el cultivo principal obtiene más rinde. “Si no cubren con cultivo de cobertura, la naturaleza lo hará por ustedes con malezas”, concluyó.

Por último, Francisco Cosci, asesor técnico y responsable de Chacra Bandera en Santiago del Estero, comentó su experiencia y aseguró que el mayor problema es que “estamos sembrando poco en Argentina”. Cosci comentó la forma en que comenzaron a trabajar con control de malezas a partir del exitoso uso de CS: “lo primero es conocer a las malezas, saber cómo se comportan en nuestros ambientes. Nosotros generamos esa información en nuestra chacra  y ahora sabemos los flujos de emergencia, las reacciones, etc.”, explicó como el primer camino a tomar ante este cambio de paradigma.

“A partir de esta información podemos plantear estrategias que nos ayuden a controlarlas más allá de las posibilidades químicas”, manifestó, y prosiguió explicando que “no todos los cultivos de cobertura van a poder frenar el amplio espectro de malezas, por eso hay que conocerlas, diversificar, rotar las estrategias y probar mezclas de especies”, según convenga. 

Para finalizar el experto detalló que la fortaleza de los CS es que dejan menos recursos disponibles para las malezas y captan esa energía para el cultivo siguiente, por lo tanto utilizan más eficientemente los recursos del ambiente. Este sistema además, a través de la diversificación, evita la proliferación de malezas resistentes, situación que tarde o temprano, según alegó, dejará caduco viejos métodos de control.

Fuente: String-Agro

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