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Con la soja, poderoso el chiquitín

El ambiente del norte argentino es propicio para el desarrollo de muchas plagas que, en algunos casos, migran y dañan a los cultivos de la Zona Núcleo. Sin embargo, hay muchas otras que afectan, exclusivamente, a los cultivos sembrados en el NOA, como el caso del picudo negro, una plaga emergente en la oleagionosa que, en esta campaña, ya dijo presente allí.

Según un informe difundido por AAPRESID, las primeras apariciones tuvieron lugar en Rosario de la Frontera (Salta), 7 de Abril (Tucumán), y en Santiago del Estero, en las localidades de La Fragua y Nueva Esperanza.

Una de las características importantes de este insecto y que también lo diferencia de otros, detalla el informe, es su potencial de daño, ya que tanto el adulto (macho y hembra) como las larvas, atacan a la soja. Por un lado, el macho raspa la epidermis del tallo; en cambio, la hembra hace un anillado para la deposición de los huevos. Estas larvas, al nacer, se introducen en el tallo y estimulan la formación de agallas. Todo este conjunto de daños debilita tallos y ramas con alta probabilidad de que se quiebren. También es importante el momento del daño. Cuanto más temprano es el ataque en el ciclo del cultivo, mayores son los perjuicios, ya que puede registrarse muerte de varias plantas.

De acuerdo a la dinámica poblacional que presenta esta plaga, solo registra una única generación por año. Sin embargo, esto no es tan favorable como parece, ya que, afirma el informe, este insecto tiene un extenso período de emergencia, entre el 1° de diciembre y el 1° de marzo, y los ataques más importantes ocurren en un período de 75 a 90 días. También aclara que el pico poblacional está entre la tercera semana de diciembre y la segunda de enero.

De acuerdo a observaciones experimentales, los daños tienen efectos más negativos cuando la planta está en un estado vegetativo más temprano. Entonces, el informe dice que “al comparar en distintos ensayos, en los estadíos V5 y V7, se observó que la reducción de plantas y del rendimiento, para un mismo nivel de picudo fueron mayores en V5 por tratarse de plantas con una menor estructura que las del V7”.

Entre las herramientas disponibles para el control de esta plaga, aunque no tienen un control total sobre ella, están los curasemillas e insecticidas foliares.

El informe recomienda no solo los controles químicos; también se refiere a las prácticas culturales, como la rotación con gramíneas.

La ecología de esta plaga obliga a estar muy atentos y a ser eficientes en el manejo, porque los insecticidas no tienen total control; por eso la sustentabilidad en el manejo también es una herramienta decisiva.

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