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Requiem para los suelos

Decir que le corresponde al Estado la responsabilidad de promover su desarrollo eficiente, velando al propio tiempo por la conservación de los recursos naturales, que constituyen su patrimonio fundamental, suena a verdad de Perogrullo.  La inclusión de esta frase como considerando en la ley que crea el INTA en el año 1956 podía resultar hasta vanguardista en ese momento. Justamente esta semana se cumplen 60 años de la creación de ese instituto fundamental para el desarrollo agropecuario del país. Sin embargo en materia de suelos y su conservación no se encuentra nuestro país en un buen presente, considerando el escaso porcentaje de reposición de nutrientes que se realiza a través de la fertilización. 

El futuro es aún menos promisorio. Coincide esta semana con la fecha del aniversario del INTA, la pérdida de estado parlamentario de un proyecto de ley para la conservación y mejora de los suelos agropecuarios. Como una paradoja del destino, el proyecto fue presentado por un ex-INTA como el diputado Basterra en la gestión anterior. Cabe preguntarse si no era una herramienta de suma utilidad para la conservación del recurso. Con media sanción en diputados, era el proyecto que más había avanzado en los últimos tiempos. Claramente es necesaria la articulación estatal en esta materia, que si bien ha realizado este año algún atisbo a través de acciones como el observatorio de  suelos, no se puede decir que necesariamente velen por el recurso natural.

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