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Malezas: La clave está en la detección temprana y el apostar a la diversidad

Desde que las malezas se salieron de control, el barbecho se volvió el momento más importante del ciclo agrícola. Aunque parezca de manual, vale la pena recordar que el barbecho permite almacenar los recursos que serán necesarios para el cultivo que sigue en la secuencia de rotaciones. En tanto que el barbecho químico es el período entre el primer tratamiento herbicida que se realiza después de la cosecha y la siembra directa del cultivo siguiente. De estos, los hay largos y cortos, de acuerdo a si el período va de un cultivo de gruesa a otro igual, o de la cosecha gruesa a la siembra de invierno. 

En materia de control de malezas, "lo ideal es comenzar los barbechos temprano, utilizando allí los herbicidas de mayor residualidad, que son los que van a permitir un buen control de la emergencia de la maleza durante el período otoño-invernal y hasta comienzos de la primavera", define Julio Scursoni, profesor asociado en la cátedra de producción vegetal de la FAUBA. 

Las razones las aporta Marcelo Metzler, de la EEA INTA Paraná. El técnico sostiene que la eficacia del glifosato sobre las malezas de los barbechos es alta para la mayoría de las especies. Pero "el glifosato no posee acción residual y en consecuencia no controla malezas que emergen luego de la aplicación y pueden fácilmente producir semillas e incrementar el banco de semillas del suelo, de ahí que el agregado de un herbicida residual junto al glifosato puede ser una táctica consistente para controlar malezas a medida que germinan durante el barbecho". 

Todo indica que lo más importante es la detección temprana de la maleza. "Sin embargo, esto es poco frecuente", acota el especialista de la FAUBA y reflexiona que perdimos el hábito del monitoreo temprano ante la practicidad del glifosato. Pero eso ya es historia. "Ahora hay que volver a la estrategia de los 80, cuando el herbicida se aplicaba luego de que el técnico había hecho el debido reconocimiento del problema", acota. 

Scursoni cita un estudio de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Rosario que indica que no más del 20% de las especies presentes en el barbecho son tolerantes a glifosato. "Eso quiere decir que la mayoría de las malezas que denominamos tolerantes al glifosato lo son porque no se aplica el herbicida en el momento oportuno", sostiene. 

Un ejemplo práctico de manejo de malezas es el de Conyza o rama negra. Es una especie que se controla bien cuando se aplican los herbicidas en el inicio del crecimiento de la maleza, en estado de roseta pequeña. Y eso ocurre durante el otoño. Según Scursoni, "una estrategia posible es una aplicación tradicional de glifosato más un regulador de crecimiento que podría ser un Dicamba o un 2,4-D, más un residual como metsulfurón o una atrazina, siempre teniendo la precaución de rotar los mecanismos de acción y no repetir el mismo previo a la siembra". 

Aunque el consenso generalizado indica que no hay recetas y que es necesario analizar los casos individualmente, el especialista se anima a compartir algunos tips generales. Por caso, "a los herbicidas de alta residualidad como metsulfurón metil y atrazina hay que posicionarlos para el barbecho largo, no para el barbecho corto, no cerca de la siembra del cultivo para evitar problemas de fitotoxicidad". 

El otro consejo es rotar herbicidas. "Si empezamos con herbicidas como el metsulfurón metil, inhibidores de una enzima llamada ALS, no tenemos que volver a utilizarlo, porque si lo hacemos estamos siempre seleccionando para el mismo grupo de malezas y con el tiempo eso es lo que genera las resistencias. De ahí la importancia de rotar mecanismos de acción de los herbicidas". 

Por último, "tener presente la conveniencia de sembrar cultivos de invierno, que pueden ser cultivos de cobertura, que dicho sea de paso, son excelentes herbicidas", concluye Scursoni. 

Volver a la diversidad 

Jorgelina Montoya es técnica de la EEA INTA Anguil. La especialista sostiene que las malezas siempre están vigentes porque son parte de la naturaleza y "no podemos pretender erradicarlas. Porque con esa premisa terminamos profundizando el problema. Tenemos que aprender a convivir y a conocer cuáles son los umbrales de daño". 

"Tenemos que pensar a las malezas dentro del sistema del cultivo. Siempre que intervenimos estamos beneficiando a unas y perjudicando a otras. De ahí la importancia de llevar adelante un manejo diverso y no hacer una carrera desenfrenada detrás de la maleza con el consecuentemente incremento del uso de herbicidas y sus impactos colaterales", analiza Montoya. 

La clave: rotación y mezclas de herbicidas con diferentes modos de acción. "A la hora del barbecho, debemos estar atentos al momento de las primeras emergencias, ver cómo evolucionan e intervenir lo más temprano posible, pero que lo marquen las primeras plántulas que se establezcan. Tampoco ir tan temprano que no me alcance el poder residual de los productos. La idea es hacer las intervenciones entre los 15 y 17 grados del suelo", especifica la técnica. 

En lo que hace a herbicidas residuales, si lo que viene es maíz, la especialista destaca atrazina en el barbecho y para preemergencia la mezcla de thiencarbazone e isoxaflutole. "También metolaclor contribuye al control de amarantáceas y es tolerado por el maíz", acota. 

Para una soja, en cambio, el abanico es más amplio. "Podemos estar pensando en sulfentrazone para tener un tratamiento eficaz y una residualidad de 45 días. Puede estar acompañado de un metolaclor. O también se puede evaluar metribuzin, como otro modo de acción, y otro PPO como el fomesafen, que puede ser utilizado en preemergencia también", sugiere Montoya. 

Pero la conclusión no deja lugar a dudas: "hay herramientas para ir alternando modos de acción pero hay que utilizarlas bien y ante todo con malezas en estado pequeño. Y tener en cuenta que las dosis se deben decidir en relación al tipo de suelo y la maleza", reflexiona la especialista de INTA Anguil y alerta: "atentos al carryover, a los residuos de herbicidas en el suelo en concentraciones fitotóxicas para los cultivos siguientes, y al stacking, que es un carryover con apilamiento de herbicidas, acumulación en el suelo de residuos de herbicidas residuales del mismo modo de acción. Se dice que el suelo tiene capacidad buffer, pero a veces lo saturamos y acusan los cultivos". 

El momento posterior a la cosecha de los cultivos de soja y maíz es uno de los más propicios para el control de una amplia variedad de malezas. Especialmente aquellas de ciclo otoño-invierno-primaveral como rama negra, viola o parietaria, de difícil control con tratamientos simples de glifosato. 

La estrategia del barbecho largo comienza en la etapa de pre y post cosecha con el monitoreo de los lotes. De esta forma es posible determinar el tipo de especies presentes, su volumen y el riesgo potencial que implican para la próxima campaña. Siempre hay que tener en cuenta que no realizar tratamientos oportunos, además de incidir sobre la disponibilidad de recursos para la secuencia de los cultivos, también permite la persistencia y dispersión de las distintas especies. 

Una correcta planificación permite evaluar qué productos pueden utilizarse y en qué momento, cumpliendo además con una de las premisas fundamentales del manejo integrado de malezas que es la rotación de modos de acción de los principios activos. 

Los tratamientos a aplicar responden al diagnóstico y al plan de rotación de cultivos. Si el cultivo a sembrar es trigo, entonces el barbecho permitirá preparar el lote para la siembra. Una vez implantado el cereal, la competencia que ejerce sobre determinadas especies contribuirá al manejo de malezas en toda la secuencia agrícola. De ser necesario, se dispone de herramientas de control en post-emergencia del cultivo. 

En caso de que la rotación siga a cultivos de verano, una de las principales ventajas de los tratamientos tempranos consiste en la cantidad de tiempo que disponemos hasta el próximo cultivo. Al trabajar sobre el lote y no sobre el cultivo, la amplitud de opciones de productos y modos de acción que se pueden utilizar es mayor, evitando efectos no deseados sobre los cultivos. En este escenario el manejo de productos residuales es clave en los tratamientos. Estos aportan una solución para el control de nuevos nacimientos. 

A la hora de diseñar los tratamientos, el portfolio de opciones incluye productos no selectivos para el control de las especies presentes como el glifosato, en combinación con hormonales como 2,4 D o dicamba y con la inclusión de productos que aporten residualidad para controlar las futuras emergencias. Entre estos últimos, y en función de la secuencia de cultivos que se llevará a cabo, se puede optar por inhibidores de ALS como metsulfuron o inhibidores de fotosistema II como la atrazina. 

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